Scola: “Juan Pablo II fue un agudo crítico de las ideologías gracias a la profundidad de su experiencia humana”

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Incontro-Giovanni-Paolo-II_ScolaEl Cardenal Arzobispo de Milán,  Angelo Scola, pronunció ayer una conferencia en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, titulada “Juan Pablo II. Un testigo para el Tercer Milenio”, organizada por el aula de Pastoral Universitaria “Veritatis Splendor”. (Camineo) Estuvo acompañado por el Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela, y por el decano de la Facultad de Filosofía y la vicedecana de alumnos de la UCM, Dámaso López y Consuelo Martínez-Sicluna, respectivamente. También participó el capellán de Derecho Enrique Rueda. scola En su intervención, el arzobispo de Milán habló de “cómo contemplar el testimonio del beato Juan Pablo II –cuya canonización junto con Juan XXIII será el próximo mes de abril- como hombre, como cristiano, como sacerdote y como Papa, del segundo al tercer milenio”. Para responder a esta cuestión, el Cardenal Scola invitó a recorrer sus versos –que tantos escribió-, porque, según dijo, “a través de la expresión poética es posible asomarse al alma de quien escribe-. Según expuso, su producción “nace de la convicción de que es un verdadero testigo porque ha reconocido y vivido en primera persona el encuentro con Cristo”. “Juan Pablo II fue el protagonista del diálogo con la cultura de su tiempo y un agudo crítico de las ideologías, gracias a la profundidad de su experiencia humana”, afirmó. En este sentido, recordó que muestra cómo “la dependencia filial es un bien”. Y es que “el hombre vive pero no ha decidido nacer”. “Él nos ha dado la vida y nadie le ha pedido permiso antes de llamarlo a la existencia. Se encuentra aquí y ahora ante la inmensidad de todo lo que le circunda. Se topa con la verdad pero le faltan las palabras”. El Cardenal Scola también habló de la pretensión de “arrancar la intuición del misterio del corazón del hombre”, que, añadió, “sería como extirparnos el mismo corazón”. Así, explicó que se trata de una “crítica a las ideologías que pretenden al menos suplantar, esconder del corazón del hombre el misterio”. Mientras que la vida, en cambio, “reclama constantemente el misterio”. Para el Arzobispo de Milán, “a los hombres nos hace falta ver” y puso de manifiesto la necesidad “de convertirnos”. “El encuentro con Jesús saca a la luz nuestro pecado, nuestra fragilidad y nuestra necesidad”. Por tanto, la fuente de la personalidad cristiana, brota de cada hombre y es “el nombre propio es lo que define a una persona, lo que la distingue de los otros. Este nombre brota de Cristo”, concluyó.

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