Lo ha anunciado el propio Carrón con una carta a todos los miembros del movimiento Comunión y Liberación. Queridos amigos: El pasado sábado 29 de marzo se reunió en Milán la Diaconía de la Fraternidad con el objetivo principal de elegir a su presidente, al haber trascurrido el periodo de seis años previsto por los Estatutos. Tenía una preocupación que expresé enseguida a los miembros de la Diaconía: que no fuese una elección formal, sino la ocasión para tomar el pulso a la situación del movimiento, después de los desafíos que hemos afrontado en estos años. Todos ellos habían visto el recorrido que yo había propuesto como respuesta a tales desafíos, en el intento de aprovechar todo lo que sucedía para nuestra maduración, siguiendo el camino y el método sugeridos por el carisma. De igual modo, puse de manifiesto que era bien consciente de que yo no soy el depositario del carisma. Y el hecho de haber sido indicado por don Giussani para guiar el movimiento no es un aval de todo lo que hago. Por ello, teniendo delante todo el camino recorrido, los miembros de la Diaconía contaban con los elementos para evaluar la pertinencia de la propuesta a las exigencias de la vida, y al mismo tiempo, con los datos necesarios para juzgar la fidelidad de la propuesta misma al carisma recibido. Para facilitar una discusión libre, aclaré enseguida que nadie tenía que sentirse en deuda conmigo, ni siquiera los que habían sido indicados por mí para participar en la Diaconía. A la hora de buscar a la persona más adecuada para guiarnos, la única preocupación tenía que ser el bien del movimiento. La única actitud necesaria para desempeñar esta tarea era obedecer al Misterio a la hora de identificar a la persona más adecuada para llevar adelante nuestra historia, para que podamos responder de forma cada vez menos inadecuada a la petición del papa Francisco de ser testigos de lo esencial en todas las periferias existenciales. Después de mi introducción, tuvo lugar un diálogo sincero y profundo, durante el cual cada uno compartió lo que había visto y experimentado en el camino de estos años. Sería imposible resumir en pocas líneas la riqueza de las aportaciones de cada uno. Pero os confieso que me quedé impresionado por el nivel de autoconciencia de las intervenciones, signo comunional de la vitalidad del carisma en muchos lugares del mundo. Creedme, nueve años después de la muerte de don Giussani esto no es en absoluto obvio. Al final del diálogo, que se extendió a lo largo de la mañana y parte de la tarde, se procedió a la votación. La Diaconía decidió reelegirme, lo que yo he aceptado por gratitud hacia la historia que me ha generado y sigue generándome junto a vosotros, y por el deseo de seguir viviendo la apasionante aventura de estos años. Os invito, en esta nueva etapa de nuestra historia, a renovar el deseo de caminar juntos hacia el destino, Cristo que nos ha conquistado, para llegar a ser cada vez más hijos de don Giussani. Que cada uno de nosotros, y cada una de nuestras comunidades, pueda, por intercesión de la Virgen, ser cada vez más testigo de la gracia que nos ha fascinado, juntos y en tensión, como Pedro y Juan, en el camino hacia el sepulcro la mañana de la Resurrección. Rezad por mí, para que pueda servir cada vez más a esta maravillosa historia que nos ha aferrado. A la espera de veros a muchos de vosotros en Rímini con ocasión de los Ejercicios Espirituales. Vuestro Julián Carrón
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