Esta semana charlamos con don Amadeo Rodríguez Magro. Nació hace 68 años en San Jorge de Alor. Fue formador del seminario de Badajoz y hoy es Obispo de Plasencia.
Se ordenó sacerdote con 24 años. ¿Podría contarnos cómo surgió su vocación al sacerdocio?
La historia de mi vocación es muy normalita, si se puede considerar así la llamada del Señor. Nací en el seno de una familia cristiana, en una aldea de Olivenza, llamada San Jorge de Alor, que había heredado su sentido cristiano de sus raíces portuguesas y tuve unos sacerdotes muy buenos a los que quise imitar.
Luego vino el seminario y todo el proceso de maduración, en el que mi fe y mi vocación fueron poco a poco arraigando en los doce años de formación, que en mi caso coincidieron con los de la transición de la Iglesia en el Concilio Vaticano II y, por lo tanto fueron años muy especiales y ricos. Me ordené sacerdote en 1970.
¿Cómo es el día a día de un Obispo en una diócesis extensa como la de Plasencia?
Esto mismo me preguntan los niños y los jóvenes en la visita pastoral. Yo siempre les digo que un obispo tiene poca vida ordinaria, si se entiende por vida ordinaria hacer todos los días lo mismo.
Mi vida es muy intensa y también es muy viajera; la extensión y las distancias me hace estar casi a diario en la carretera: lo mismo voy al norte, a Béjar y a los otros pueblos de la provincia de Salamanca, que me desplazo a Don Benito, ya en la Provincia de Badajoz, donde hay muchos pueblos de la Diócesis de Plasencia y 70.000 católicos.
Mucha distancia hay también si se recorre La Vera o el Valle del Jerte o si voy a Navalmoral de la Mata, Trujillo o las Villuercas. Menos mal que tenemos muy buenas autovías en Extremadura. No obstante, no me cansa porque mi diócesis es bellísima y acogedora en cualquiera de sus comarcas. Eso hace muy llevaderos los viajes.
Dicen de usted que le gusta pasar tiempo con sus seminaristas. ¿Con qué frecuencia habla con cada uno de sus seminaristas personalmente?
Voy con mucha frecuencia y siempre tienen un encuentro en grupo conmigo. También ellos vienen a verme a mi casa, cuando les llamo para una entrevista personal conmigo. No obstante, yo no tengo un calendario fijo, entre otras razones porque mi agenda no me lo permitiría. Pero, por la cercanía del Seminario con la catedral y con mi casa, la relación es constante.
Me suelen acompañar a veces en mis visitas a las parroquias. Sin embargo, sé que el Obispo tiene que mantener un equilibrio en la relación con los seminaristas, porque para eso tiene los formadores en el Seminario, para que sean ellos los que lleven el día a día de la educación y el acompañamiento de los chicos. Por ellos estoy muy encima de la evaluación de cada uno, se puede decir que al día.
Entre el obispo y el seminario hay una familiaridad total.
Actualmente la diócesis sólo cuenta con 170 sacerdotes para más de 260 000 habitantes.
El “solo” supongo que será porque le parecen pocos. Si yo tuviera esos sacerdotes en activo estaría muy satisfecho. El problema es que ese número es el total, contando con los jubilados o misioneros. No obstante, hoy se puede decir que cubrimos todas las necesidades pastorales de la Diócesis: todas las parroquias son atendidas por un párroco, los conventos tienen capellanes, los santuarios están atendidos, etc.
¿Cómo trata de fomentar en los sacerdotes una mayor sed de almas?
Tardaría mucho tiempo en contestar, porque son muchas las maneras con las que hoy en una diócesis se cultiva la vida espiritual de los presbíteros. Pero he de decirle que estoy muy satisfecho y espero que también el Señor lo esté con el celo apostólico de mis presbíteros.
¿Cómo se prepara una homilía el obispo?
Las homilías de un obispo son siempre en ocasiones y acontecimientos muy diversos. Lo que sí le digo es que me preparo la predicación, aunque no siempre del mismo modo, por esta diversidad de circunstancias que le acabo de decir.
En todo momento me he preparado la homilía, sobre todo la del domingo, la de las fiestas del año litúrgico y la de acontecimientos especiales del mismo modo: en primer lugar acudo a la lectura de la Palabra de Dios y la llevo a la oración. Luego lo completo con alguna ayuda, que tengo muchas y muy buenas.
Pienso también en los destinatarios de la homilía, aunque a veces sea en un contexto que no controlo del todo. Cuando estoy ante una comunidad que no conozco, procuro situarme en ella en el planteamiento y en el lenguaje con el que transmitir el mensaje que traía preparado.
Lo que si le digo es que le Palabra de Dios y las necesidades espirituales de los oyentes pasan siempre por mí.
¿A qué santos tiene especial devoción y por qué?
Mi infancia transcurrió en los tiempos en los que se coleccionaban estampas, que los niños considerábamos como un tesoro. Cada uno de los santos iba marcando nuestra devoción, aunque siempre nos atraían los más cercanos y conocidos:
San José era el primero, siempre me atrajo su papel en la familia de Jesús y su responsabilidad como padre del Señor; San Jorge era el héroe de los niños de mi pueblo, encarnaba todas las virtudes; San Antonio era la ternura y también estaban los santos niños: San Tarsicio, Santo Domingo Savio, etc.
Más tarde, por distintos motivos fui acercándome a otras devociones, como a San Agustín, San Francisco de Asís, San Juan Bosco, San Francisco de Sales y ahora, desde que soy el Obispo de Plasencia, centro mi devoción en los Santos Fulgencio y Florentina, patronos de la Diócesis y, con un cariño especial, en la beata Madre Matilde Téllez (del Sagrado Corazón), para quien le pedí la beatificación en la Plaza de San Pedro de Roma al Beato Juan Pablo II. Naturalmente también éste y Juan XXIII se han sumado a mis devociones más destacadas.
Resulta alarmante el aumento de divorciados entre los fieles, de hecho el Papa ha convocado un sínodo extraordinario para tratar la pastoral familiar. ¿Cuáles cree que deberían ser los pasos a dar en ese sentido?
La pregunta está bien formulada porque parte de la verdadera motivación para convocar un sínodo sobre la familia. Con lucidez pastoral el Santo Padre, y con él la inmensa mayoría de los pastores en la Iglesia, han tomado conciencia de que la situación de la familia en el mundo, y en especial en nuestro contexto occidental, supone un gran reto pastoral para todos nosotros. Era un tema necesario para un sínodo y esperamos mucho de de él.
Estoy seguro que nos vendrá mucha luz de sus diálogos, de sus proposiciones y de las sugerencias pastorales que el Para nos ofrezca en la Exhortación Apostólica que le sucederá.
De cualquier modo, hace ya mucho tiempo que en las diócesis estamos abordando estos retos, ocupándonos de que los agentes de pastoral tomen conciencia de que la pastoral familiar es prioritaria para todos nosotros. Es mucha la reflexión que se está haciendo y también son muchas y muy ricas las orientaciones pastorales que están surgiendo.
En esta Diócesis de Plasencia estamos ahora precisamente ocupados en esto: lo hemos llevado a la reflexión del Consejo del Presbiterio y de Pastoral, a la formación permanente y estamos ultimando unas orientaciones que guíen la acción con criterios y propuestas de acción adecuadas a nuestra situación, que no difiere mucho a la que se da en otras diócesis de España.
Usted está muy vinculado a los medios de comunicación, participa en el programa “buenos días nos dé Dios”. Nosotros hemos denunciado en Infovaticana el caso de MegastarFM, que utiliza con frecuencia imágenes eróticas en sus comunicaciones. Además hay muchas quejas por la tendencia de 13 tv… ¿Cree que los medios de la Conferencia Episcopal representan fielmente los principios cristianos?
Lo de “buenos días nos de Dios” es ya de hace muchos años, aún era sacerdote en Badajoz. Mis vínculos con los medios de comunicación han cambiado y ahora se puede decir que estoy más desconectado, aunque procuro que lo que escribo se conozca. No obstante, ha de tener en cuenta que yo soy un obispo de provincias – tres provincias – y no estoy muy cerca de esas cosas.
Tengo que decirle que veo poca televisión, tampoco la 13. Y me parece que tampoco a la 13 le importa mucho mi diócesis.
Conoció a Bergoglio en dos ocasiones: en los ejercicios espirituales y cuando fue delegado de la CEE en Buenos Aires. ¿Qué opina de las palabras del Papa Francisco en las que critica el «carrerismo» en la Iglesia, el querer utilizar una diócesis pequeña para acceder a otra más grande? ¿Cree que eso se da en nuestro país?
Sí conocí al Cardenal Bergoglio. En los ejercicios espirituales me ayudó mucho. Pero sobre todo me impresionó en Buenos Aires, donde le escuché una preciosa homilía a los misioneros españoles de la HOCSA agradeciendo la tarea evangelizadora de España. Pero el Papa es el Papa. Con lo que quiero decir que de poco sirve lo poco y bueno que conocía de él. La nueva misión de Bergoglio le ha situado en una nueva dimensión. Por cierto, soy de los que se sienten felices y agradecidos al Señor, por el Papa que nos ha dado.
En lo que me pregunta sobre el “carrierismo”, tengo que decirle que tenemos un Papa que dice lo que piensa y llama a las cosas por su nombre, lo cual es de agradecer. No obstante, este problema no es nuevo en la Iglesia. Seguramente ahora tendrá unas manifestaciones más evidentes, pero eso nunca falta, por desgracia. Estoy seguro de que el Papa Francisco, además de denunciarlo tomará medidas, las que a él le correspondan para que el “carrierismo” no esté provocado por las decisiones de quien elige los cargos y las responsabilidades. ¿Si se da en España? Pues seguramente nosotros no estamos libres de pecado.
¿La insistencia de Francisco en la austeridad y en que los obispos no sean «príncipes» le ha hecho recapacitar? ¿Le ha movido a prescindir de cosas de su vida o a cambiar algún aspecto de su día a día?
No voy a ser yo el que diga como soy, pero el Señor, que ha ido dirigiendo mi biografía, ha procurado siempre que no sea príncipe. Pero también le digo que al ministerio episcopal se pegan cosas que nos han de poner muy en guardia, para que la actitud de servicio no decaiga nunca, la acepción de personas no “nos corrompa”, como dice la oración de San Isidoro, y la comodidad no se apodere de nosotros. Según dicen, yo soy muy trabajador y siempre lo he sido, pero si le digo la verdad nunca he trabajado tanto ni con tanta intensidad como desde que soy obispo. Por supuesto que he acogido con mucho respeto las palabras del Papa y, por supuesto, he procurado que pasaran por mi conciencia.
El Papa habla con mucha frecuencia del diablo, de sus tretas y sus maniobras ¿Cuál cree que es el mayor logro del diablo en la sociedad actual?
Con esta pregunta se podría escribir un libro, pero hoy y siempre. Las maniobras del diablo, las más sutiles y las más evidentes, son siempre variadas: todas pasan por la situación de cada persona y por las debilidades del mundo en cada momento. Yo pienso que en este momento el diablo, además de sus tentaciones concretas, tiene la habilidad de haber tejido una red que tiene controladas las conciencias. Me refiero, sobre todo, a la indiferencia ante el mal y en muchos casos, incluso, al haber logrado que el mal se considere bien. Es muy grave la naturalidad con que se acepta todo lo que destruye valores, principios y normas de vida cristiana. Hoy el diablo trabaja para relativizar la verdad; esa es su mejor arma.
Sin duda también son un logro del diablo las numerosas leyes inicuas que se aprueban en occidente ¿Puede un católico votar a un partido que no defienda explícitamente los Principios no negociables definidos por Benedicto XVI?
Si se acepta lo que le acabo de decir en la anterior pregunta, por desgracia no son muchos los que de un modo consciente y responsable actúan de acuerdo con los principios innegociables. Una inmensa mayoría, incluso entre católicos, los ignora o prescinde de ellos. Eso, como es natural, hace que esos principios no motiven las opciones y las acciones de muchos cristianos ciudadanos a la hora de votar. Y lo que le digo para el que tiene que votar, hay que aplicarlo también a los que piden el voto. ¿Son muchos los partidos que recogen en estado puro los principios no negociables?
¿Dónde van los niños cuando son abortados?
Entiendo que con esta pregunta quiere que piense en el aborto. Pues bien, cuando la vida es negada al concebido no nacido siempre hay quien la recoge y la sostiene en la eternidad: el Autor de la vida, Dios mismo, la acoge en su seno y la “parirá” a la Vida Eterna. Seguramente el saber que está en buenas manos servirá de consuelo a sus padres, si alguna vez se preguntan dónde estará su hijo.
¿Qué opina de la adopción de embriones congelados para evitar su destrucción?
No soy muy experto en esta materia pero, por lo que sé, es una cuestión debatida en la Iglesia. Espero que el magisterio resuelva las dudas que aún tiene. No obstante, considero que iniciativas como ésta tienen un valor por lo que supone de aprecio de la vida en cualquier condición y circunstancia.
¿Cómo valora la ley del aborto que ha anunciado el gobierno?
Acabo de publicar una carta, que todo el mundo puede leer en la página Web de la Diócesis, en la que se recoge mi opinión, apoyándome en lo que el Papa Francisco acaba de decir en Evangelii Gaudium sobre el derecho a la vida. No se puede negar que la ley del aborto anunciada es un mal menor con el que se quiere corregir, mejorándolo un poco, un gran mal: el de la anterior ley. Pero en mi opinión, ese es un planteamiento social y político, pero nunca puede ser el planteamiento de la Iglesia.
El Evangelio de la vida no admite ninguna rebaja: se aplica con misericordia, pero anuncia la buena noticia del valor inviolable de la vida y pide su defensa en cualquier etapa de su desarrollo. Y además, con el Papa Francisco, recuerdo que “no hay que esperarse que la Iglesia cambie su postura sobre esta cuestión”. A veces cuando entramos en el juego de dialogar sobre si más o menos aborto, podemos dar la impresión de que la doctrina de la Iglesia admite esas rebajas.
¿Qué legislación sobre convivencias homosexuales cree que podríamos admitir los católicos?
Esta pregunta me sitúa ante un futurible, porque la realidad es la ley actual, y esa no me gusta, sobre todo por lo que daña a una realidad tan sagrada como es el matrimonio, que para los católicos es la unión entre un hombre y una mujer. Manifestar nuestra verdad no ofende ni menosprecia a nadie. Los criterios morales de la Iglesia católica son muy claros y están al alcance de todos, por ejemplo, en el Catecismo de la Iglesia Católica; pero es nuestra obligación abrir cauces de dialogo y acogida a cualquier persona que necesite y busque el acompañamiento de la Iglesia. Y siempre con amor, respeto y comprensión.
¿Cree que la unidad de España es un bien moral?
El bien moral es la unidad en sí misma. Sé, no obstante, que la unidad se realiza en las relaciones personales e institucionales a todos los niveles: familiar, social, estatal e incluso a niveles internacionales, como, por ejemplo, la Unión Europea. En esas relaciones la unidad se tiene que conjugar con la libertad y la diversidad, que no son estáticas, sino que dependen de muchas circunstancias y evolucionan, si bien la unidad es el valor de fondo que debería ser la levadura de todo lo demás. Por otra parte, hay que tener en cuenta que la unidad no se fragua de un día para otro, se consolida en la historia: sólo así vivir juntos se convierte en una gran referencia “constitucional”, como es el caso de los que vivimos en esta gran nación que es España. Administrar todo eso es un gran reto en el que, evidentemente, el imperativo moral de la unidad tiene un lugar esencial; pero me parece a mí que será el arte político el que tenga que conjugarlo todo para que el bien de la unidad se consolide. A mi juicio este es un tema de esos en los que cabría decir: “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. De lo contrario correríamos el peligro unos y otros de sacralizar las posturas.
¿Hay algún movimiento, institución u orden religiosa de la Iglesia que le guste especialmente o al que pertenezca?
Yo me fío del Espíritu Santo, que siempre buscará el bien de la Iglesia. Al final, aunque le hayamos querido manipular, nos pone a todos en nuestro sitio. Es el Espíritu Santo el que ha querido que las órdenes religiosas y, en estos tiempos, los movimientos tengan tanto sentido y un quehacer tan importante en la Iglesia. En esta Diócesis hay muy pocos movimientos, por su carácter rural, ya me gustaría que hubiera más, sobre todo aquellos que dejan una impronta evangélica en sus miembros. En mi caso, me siento muy cercano, al movimiento de la espiritualidad de Chiara Lubich, y asisto desde hace varios años a los encuentros de obispos amigos de los focolares.
¿Qué es lo mejor de ser sacerdote?
Lo mejor de ser sacerdote es saber que hemos sido llamados y elegidos por el Señor para ser enviados a nuestros pueblos y a nuestras gentes para ser instrumentos de la Salvación de Dios, para compartir la fe con ellos y evangelizar con nuestras comunidades, allí donde la Iglesia nos haya situado en el servicio ministerial.
¿Qué les dice a los jóvenes para animarles a entregar su vida a Dios en el sacerdocio?
Que se fíen de Jesús cuando se sientan llamados, que nos tengan miedo de darle todo, de ponerse a su disposición, les digo que ganan la vida. Les digo que no hay tarea más hermosa para un joven cristiano que haber sido elegido para ser un buen pastor con Jesucristo el Buen Pastor.
¿Qué opina de las voces que piden que la Iglesia pague el IBI?
Pues que no tienen una buena información de la razón de esa exención. Piensan que es un privilegio y no saben que es una compensación por el servicio social que se presta en esos lugares en los que los edificios de la Iglesia están exentos. No obstante, si se decide en algún momento lo contrario, pues habrá que pagarlo. Pero nos gustaría que, si eso sucede, sea en igualdad de condiciones con las otras instituciones exentas. De todas formas, si no pagarlo supusiera un perjuicio social muy grande para las ciudades o los pueblos, considero que se debería de pagar.
¿Cómo ve la Iglesia en España? ¿Estamos en un buen momento histórico?
No sé lo que tiene en mente al hacerme esta pregunta. Ya sabe que a veces el término “Iglesia” es amplio y abarca diversos conceptos. Pero si lo que me pregunta es por la Iglesia que yo veo en la vida de las Diócesis españolas – en todas -: en su dinamismo pastoral, en sus inquietudes misioneras, en la actualización cada vez más claramente evangelizadora de sus programas pastorales, en el celo apostólico de sus sacerdotes, en la implicación diocesana de la vida consagrada, en la formación y madurez de sus laicos, en la capacitación y el compromiso de sus agentes de pastoral, en el testimonio de la caridad, en la vida de oración de muchos de sus miembros… yo le digo que, a mi humilde juicio, nunca la Iglesia ha mostrado el dinamismo de ahora. Lo que sucede, y eso también es cierto, es que nunca la Iglesia se ha encontrado con las dificultades ambientales de estos momentos concretos.
¿Cuál debe ser el límite de la tolerancia del obispo ante un sacerdote, religioso o religiosa que “va por libre”, o ante un sacerdote acusado de pederastia?
Me pregunta por dos cuestiones muy distintas, si bien las dos son importantes. En lo que se refiere a la pederastia, todos saben cual es el límite de tolerancia en la Iglesia: cero. Y me consta que, en los más bien pocos casos que se dan en España, es realmente cero.
En lo que se refiere a los sacerdotes que “van por libre”, pues me parece a mí que también debería ser cero. Lo que sucede es que esto es más difícil de valorar, al menos en la opinión pública. Eso quien lo sabe es el obispo, y con esos casos hay que utilizar otros procedimientos. Aunque al final, si persisten en ir por libre, hay que tomar decisiones. Porque con un ministerio “por libre” se hace mucho daño mucho al pueblo de Dios.
¿Cómo asume las críticas sobre su persona o sus actuaciones, si se producen, de católicos, católicos extrafronterizos y enemigos de la Iglesia?
Pues mire, cuando llegan sufro, y unas veces las considero injustas y otras procuro preguntarme si pueden tener razón. Y si la tienen, intento cambiar, porque para profetizar vale cualquiera, estén en la frontera que estén. A veces los enemigos lo son porque en parte nosotros podemos haberles situado en esa posición.
¿Qué cambiaría de la Iglesia?
Yo nada. Entiendo que hay pecado, hay errores, hay tibieza, y podría seguir. Pero es que ya Jesús lo sabía, es más, lo había comprobado, y a pesar de todo confió en nosotros. Esa es la grandeza del amor de Dios y esa es la grandeza de la Iglesia: la confianza divina. Ya me gustaría que tantos críticos con los Iglesia, de una frontera o de otra, estuvieran a la altura de Dios. No obstante, todos, sin excepción, tenemos que ir dejándonos purificar por el Espíritu, para que lo que más brille en la Iglesia sea la santidad.
¿Y la curia, cree que representa fielmente a la Iglesia de Cristo?
Me parece que se supervalora a la curia, y me imagino que se refiere a la romana. No hay nadie, no hay ninguna institución que por sí misma represente a la Iglesia de Cristo, por mucho peso que tenga. La Iglesia es la presencia universal del pueblo de Dios implantado por el mundo en las Iglesias diocesanas, en las que está y actúa la Iglesia de Cristo. Y esto no es teoría, es la realidad: la Iglesia es cada cristiano en su fe, cada comunidad en la Eucaristía, cada servicio a los más pobres, cada anuncio de Jesucristo que se hace a otros en cualquier lugar del mundo. Ese es el verdadero poder de la Iglesia: la fe en Jesucristo que se hace misión.
Su lema episcopal es “Parare vias domini” ¿por qué lo eligió?
Porque llevaba mucho tiempo viviendo de él. Fui en mi Diócesis de origen, la de Mérida-Badajoz, Secretario General del Sínodo Diocesano, que se hizo con ese lema, que quedó impregnado en mi alma. Cuando fui llamado a ser obispo de Plasencia, que además estaba en pleno sínodo, entendí que este debería elegir “Parare vias domini” como mi lema episcopal.
De las virtudes ¿hay alguna en la que le guste poner especial énfasis?
En la fe, por supuesto, en la caridad que va siempre indisolublemente unida a la fe, y de las virtudes cardinales, la templanza. ¡Cuán necesaria es!
¿Cuál considera que es su principal defecto como obispo?
Estar demasiado atado a cosas como esta entrevista que Infovaticana me ha pedido y que me va a llevar un día completo. Creo que os habéis pasado “muchos pueblos”, como dicen los jóvenes, al menos en el número de preguntas.
De broma les digo que más me ha parecido un interrogatorio que una entrevista. Además, esto de estar atado a la mesa de despacho lo hago también por la obligación que siento de alimentar la fe y por eso escribo mucho. Y yo lo escribo todo personalmente. Eso me lleva mucho tiempo, pero también me martiriza y me crea mala conciencia, porque pienso que ese tiempo lo debería utilizar en otras cosas. Aunque viajo mucho y voy a donde me llaman, debería de estar más tiempo entre la gente.
¿Es fácil confesarse en su diócesis?
Yo creo que sí. Los sacerdotes están disponibles y ocupan, cada vez más, el confesionario. No obstante, a veces en los pueblos en los que no vive el sacerdote lo tienen más complicado. Yo les he pedido a los sacerdote que, del mismo modo que van a los pueblos a otras actividades, programen cada semana una visita que los fieles sepan que esa es exclusivamente para confesar a quien desee hacerlo. Pero tengo que reconocer que también en esta diócesis la Penitencia es un Sacramento que hay que potenciar, porque la penitencia es conversión y sin conversión la fe se debilita y el anuncio cristiano languidece en sus motivaciones, que siempre nacen del corazón del cristiano lleno de Cristo en exclusividad.
¿Tiene adoración permanente en su diócesis?
Hay templos abiertos por la mañana y con el Santísimo Expuesto, pero no hay adoración permanente. La razón fundamental es que ninguna de las ciudades de la Diócesis tiene la densidad de población suficiente como para garantizarla.
¿Qué libros está leyendo ahora?
Mi lectura es irregular y depende mucho del trabajo que esté haciendo en cada momento. No obstante, siempre tengo tres libros de lectura: uno de lectura espiritual, que ahora es IL SEGRETO DI OGNI ANNUNCIO, de Marco Bove; otro de teología, que es EL DESTINO, de Adolphe Gesché; y el otro es una novela, que siempre tengo también abierta, aunque me duren mucho, que es CANADÁ, de Richard Ford. Por cierto, espléndida novela.
¿Qué música escucha?
Suelo escuchar música en el coche cuando viajo sólo, pero últimamente lo hago poco. Pongo sobre todo música religiosa Cuando viajo con otros, no suelo escuchar música. En casa, a veces pongo música clásica cuando trabajo.
Sé que no tendrá mucho tiempo para ver cine pero ¿Tiene alguna película favorita?
Ahora voy poco o nada al cine. No tengo tiempo y además no está muy bien visto que el obispo sea un habitual en las salas de cine de Plasencia. Veo también poca televisión.
¿Cuál es su comida preferida? ¿Fuma? ¿Bebe vino?
Llevo muchos años controlando mi azúcar y quizás por eso mis gustos sean sobrios y austeros. Como poco y sano. No fumo, aunque soy converso desde que tenía 40 años, y tampoco bebo. Si se tercia no rechazo en una comida entre amigos una copa de buen vino.
Si pudiera hacer milagros ¿qué milagro haría?
Es que no puedo; los milagros sólo los hace Dios y siempre son signos del gran milagro de su amor por nosotros. Pues yo con amar y servir en nombre de Dios me conformo. Que un cristiano lleve la marca de Dios en su corazón es ya un gran milagro.
¿Si no hubiera sido sacerdote, en qué le habría gustado trabajar?
En mi infancia no había las posibilidades que ahora tienen nuestros niños y jóvenes, a los que les podemos preguntar con naturalidad que te gustaría ser el día de mañana. Entonces las cosas eran de otra manera. Con eso quiero decirle que seguramente tiene poco valor lo que le voy a decir ahora.
Mirando desde hoy y desde mi situación de adulto, ya sacerdote, que es la gran opción del Señor y la mía, de no haber sido sacerdote me hubiera gustado trabajar en el periodismo. Lo tengo claro. Lo considero una profesión maravillosa y de una enorme responsabilidad. Aunque reconozco que pienso más bien en un determinado modo de hacer periodismo.
¿Con qué personaje del siglo XX le gustaría tomar un café y charlar?
Le voy a decir que con Adolfo Suárez, aunque sé que ya no puede ser. Le preguntaría muchas cosas que sucedieron en mi juventud. Pero la verdad es que le contesto a esta pregunta por educación; no soy muy mitómano.
Me gusta tomar café y charlar, pero me siento satisfecho de hacerlo con la gente sencilla de estos pueblos extremeños, con los sacerdotes, con los consagrados, con cualquiera sin distinción me siento a gusto. Por otra parte, no me han faltado oportunidades de hacerlo con gente importante e interesante.
¿Cómo resumiría su vida en una sola idea central?
Vivo para ser cordial, es decir, para poner mi corazón al servicio de los demás, como hizo Jesucristo.
Por último y para terminar ¿Le gusta Infovaticana?
La conocía de un modo superficial, no como para juzgarla y valorarla. Me perdona si no le digo que me gusta. A partir de ahora seguramente la miraré más a fondo, y más tarde podré darle mi valoración.
¿Qué diría a un grupo de laicos interesados por informar sobre la Iglesia?
Primero que sean Iglesia, que se comprometan en la Iglesia. Sólo así la podrán entender. Como informadores, les diría que sirvan a la verdad y que no se olviden de que la verdad lo es más, si va unida a la caridad.
¿Cuál cree que debe ser nuestra actitud ante temas “delicados” sobre los que informar, o ante divisiones o actuaciones censurables de miembros de la jerarquía eclesiástica?
Yo creo que siempre hay un camino recto: informarse bien, contrastar la noticia y nunca juzgar a las personas sin conocerlas, los apriorismos son peligros en la información y pueden ser ofensivos. En la medida que se pueda, hay que hablar con las personas y escuchar sus razones y luego ver si conviene o no, por el bien de la Iglesia, decir o criticar ciertas cosas. Hay que hacer siempre una valoración en conciencia.
Muchísimas gracias por su atención, Don Amadeo, y por dedicar su tiempo a Infovaticana.com
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