En un artículo publicado en el Vatican Insider, Andrea Tornielli nos resume las medidas que se fueron tomando con el espinoso asunto de la pederastia durante el Pontificado de Benedicto XVI. Entre 2011 y 2012 fueron 384 los religiosos reducidos al estado laico -por propia petición o por orden expresa de la Santa Sede- debido a la pederastia y la violencia sexual:
Es un dato que sorprende y que demuestra cuán necesario era el recrudecimiento de la legislación canónica introducido en 2010 por Benedicto XVI para permitir afrontar con mayor eficacia el triste fenómeno de la pederastia. Durante los dos años siguientes, 384 sacerdotes reconocidos culpables de abusos de menores fueron reducidos al estado laico: 260 en 2011 y 124 en 2014. Esta importante noticia fue dada a conocer el viernes por la tarde por la corresponsal Nicole Winfield de la Associated Press.
La estadística, obtenida a partir de los datos publicados en el volumen “Actividades de la Santa Sede 2012” y en la que se describen las actividades del ente disciplinario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, demuestra pues un drástico aumento con respecto a los casos de 2008 y 2009, que en conjunto fueron 171.
En un primer comentario, el director de la Sala de Prensa vaticana rechazaba la lectura de los datos estadísticos ofrecida por la AP, pero poco después el mismo padre Lombardi confirmó su absoluta fiabilidad. Una confirmación más llegó en voz del arzobispo maltés Charles Scicluna, el prelado que durante una década dirigió en el ex Santo Oficio el equipo encargado de ocuparse de estos casos.
Durante los primeros años del nuevo milenio, después del grave escándalo de los sacerdotes pederastas en los Estados Unidos, Juan Pablo II y el entonces cardenal Joseph Ratzinger decidieron llevar a Roma todos los casos de los sacerdotes acusados de abuso de menores. Pero, con la elección de Benedicto XVI la lucha en contra del fenómeno se reforzó ulteriormente. En abril de 2008, en la entrevista durante el vuelo que lo llevaba a los Estados Unidos, Papa Ratzinger dijo: “Excluiremos rigurosamente a los pederastas del sacro ministerio; es absolutamente incompatible y quien sea verdaderamente culpable de ser pederasta no puede ser sacerdote”. El Papa, en ocasión de sus viajes, comenzaba a reunirse regularmente con algunas víctimas de abusos, pidiendo, con su ejemplo concreto antes que con sus palabras, un cambio de mentalidad en toda la iglesia.
2009 fue el año de la publicación de los informes sobre los abusos en Irlanda y 2010 surgieron los casos alemanes. Benedicto XVI publicó una carta dirigida a los católicos irlandeses y ordenó una visita apostólica a todas las diócesis del país. En una entrevista durante el vuelo que lo llevaba a Lisboa, en mayo de 2010, Ratzinger afirmó: “La mayor persecución de la Iglesia no viene de los enemigos de fuera, sino nace del pecado en la Iglesia, y la Iglesia, pues, tiene una profunda necesidad de volver a aprender la penitencia, de aceptar la purificación, de aprender por una parte el perdón, pero también la necesidad de la justicia. El perdón no sustituye a la justicia”.
El 15 de julio de 2010 se hicieron algunas modificaciones a las “Normae de gravioribus delectis”, que, en los hechos, introdujeron una legislación de emergencia para estos casos. Entre las novedades más importantes figura la del plazo de prescripción, que fue cambiado de diez a veinte años. Los procedimientos fueron simplificados y, en los casos más graves, la reducción al estado clerical puede darse incluso por vía administrativa. Se insiste una vez más en que siempre hay que atender las disposiciones de la ley civil en cuanto a la comunicación de los crímenes a las autoridades competentes. El notable aumento de reducciones al estado laico registrado en esos dos años parece una consecuencia directa de la nueva eficacia de las normas apenas introducidas para contrarrestar el fenómeno de los abusos.
Fuente: Vatican Insider
Ayuda a Infovaticana a seguir informando
Todavía recuerdo un caso que salió a la luz a principios del 2.000. Un joven catequista fue al Obispado a denunciar a un sacerdote de su parroquia pero no le hicieron caso. Volvió por segunda vez y esta vez al que acusaron fueron a él, porque como le dijeron se metía en cosas que no le atañían. Medio desquiciado el hombre salió por una televisión a denunciar el caso.
En cierta ocasión hace años estaba rodeado de un grupo de curas jóvenes y salió el tema: «¡Ángel no se debe airear esas cosas porque daña a la Iglesia!». Como dice Chiquito de la Calzada «no les dije trigo por no llamarles Rodrigo», pero de qué vais y de qué Iglesia habláis, les dije; y no contestaron más, pero me miraron mezcla de temor y de rechazo.
Mal está la calumnia, la difamación, el falso testimonio, el juicio temerario…., pero igual de peor es no querer ni abrir una investigación, y peor todavía la disculpa o el encubrimiento.
El «yo no sabía nada» en estos casos como en otros no vale porque en realidad es: «no te compliques la vida ni me la compliques, yo no quiero saber nada».
No hace mucho y respecto a este tema se desató una discusión en un medio de comunicación de los Estados Unidos. Un señor casado soltó que él ahora cada vez que vea a un cura veía a un pederasta, y un cardenal que también estaba presente le contestó que era injusto lo que afirmaba, pues a él no se le ocurría pensar que estaba ante un adúltero cada vez que veía a un señor casado.
Ahora creo que está más claro pues no falta la í:
No hace mucho y respecto a este tema se desató una discusión en un medio de comunicación de los Estados Unidos. Un señor casado soltó que él ahora cada vez que veía a un cura veía a un pederasta, y un cardenal que también estaba presente le contestó que era injusto lo que afirmaba, pues a él no se le ocurría pensar que estaba ante un adúltero cada vez que veía a un señor casado.
Aun siendo un pesado, haciendo memoria para ser más exacto a la verdad, así fue la experiencia que escribió el cardenal estadounidense Timothy Michael Dolan: http://blog.archny.org/index.php/an-airport-encounter/