Arzobispo de Turín
Cesare Nosiglia nació el 5 de octubre de 1944 en Rossiglione, en la diócesis de Acqui, provincia de Genova. Después de completar sus estudios en el Seminario de Acqui Terme fue enviado a Roma para continuar sus estudios, obteniendo una licenciatura en Teología en la Pontificia Universidad Lateranense y una en Sagrada Escritura en el Pontificio Instituto Bíblico.
Fue ordenado sacerdote el 29 de junio de 1968, siendo incardinado en la diócesis de Acqui. Durante esta etapa realizó varias tareas pastorales. Desde 1968 hasta 1975, fue estudiante en Roma y colaborador en la parroquia de San Juan Bautista de Rossi.
Fue profesor de Teología en el Pontificio Ateneo de San Anselmo dos años, de 1978 a 1980. De 1971 a 1983 estuvo también en la Oficina Nacional de Catequesis de la Conferencia Episcopal Italiana. Desde 1975 hasta 1991, colaboró en la parroquia de San Felipe Neri alla Pineta Sacchetti, mientras de 1983 a 1986, fue Director Adjunto de la Comisión Nacional de Catequesis de la Conferencia Episcopal, siendo ese último año nombrado Director de la Oficina Nacional de Catequesis de la CEI, cargo que ocupó hasta 1991.
El 6 de julio de 1991 fue nombrado obispo titular de Vittoriana y auxiliar de Roma por el Papa Juan Pablo II. Su consagración tuvo lugar el 14 de septiembre de ese año y fue oficiada por el cardenal Camilo Ruini en la Basílica de San Juan de Letrán. Durante el Sínodo en Roma ocupó los cargos de Presidente y Relator General de la Comisión Postsinodal. El 19 de julio de 1996 fue nombrado vicegerente de Roma con el título de arzobispo.
El 6 de octubre fue nombrado obispo de Vicenza. La diócesis de Vicenza es sufragánea del Patriarcado de Venecia que pertenece a la región eclesiástica del Triveneto. En 2010 se registraron 790.848 bautizados de los 855.608 habitantes totales. El territorio está dividido en 354 parroquias, agrupadas en 22 vicarías.
Tomó posesión de la diócesis el 30 de noviembre de 2003, convirtiéndose en el obispo número 78 de la diócesis. Su paso es recordado, entre otras cosas, por la beatificación de la Sierva de Dios Eurosia Fabris Barban en 2005. Esta fue la primera vez que un Papa admitía que una beatificación tuviera lugar en la Catedral de Vicenza y no en el Vaticano.
A nivel nacional, ha sido Presidente del Consejo Nacional de la Escuela Católica, Presidente de la Educación Católica Internacional (OIEC), así como el director general del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa para la Catequesis y la Universidad.
En el ámbito de la Conferencia Episcopal Italiana ha sido miembro de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe (1992-1999), Secretario de la Comisión Episcopal de Educación Católica (1995-2000) y Presidente de la propia Comisión (2000-2005). En la Asamblea general de mayo de 2010 fue nombrado Vicepresidente de la Conferencia Episcopal.
Con motivo del Gran Jubileo del año 2000 le fue confiada la vicepresidencia de la Comisión Pastoral-Misionera del Comité Central, la Presidencia del Comité Italiano para la Jornada Mundial de la Juventud, así como la Vicepresidencia del Congreso Eucarístico Internacional. Además, fue miembro del Consejo Internacional para la Catequesis de la Congregación para el Clero.
En marzo de 2006, en una entrevista a Le Ceneri, fue preguntado sobre que esperanza puede tener alguien que sufre una enfermedad mental grave. «El enfermo mental grave vive en su sufrimiento, una crisis que afecta a sus relaciones con el mundo externo, haciendo que la persona sea incapaz de relacionarse de una manera común y familiar con la realidad que lo rodea» dijo el prelado.
«A pesar de esa situación, el enfermo vive sus relaciones mediante la captación de los mensajes que provienen de la gente y el ambiente que le rodea. Ahora, creo que la esperanza de un enfermo de este tipo radica en la posibilidad de percibir la cercanía, el afecto, el amor que le comunican las personas que están a su lado. Aunque no sea capaz de manifestar de forma evidente y clara su estado de ánimo, el paciente encuentra en estos gestos una fuerza, una paz y una esperanza preciosa para continuar el camino de la vida, fuertemente truncada por esa enfermedad humillante, pero que conserva un significado y valor profundos» finalizó diciendo el arzobispo.
El 11 de octubre de 2010 fue nombrado Arzobispo de Turín por el Papa Benedicto XVI. Sucedió en este cargo al Cardenal Severino Poletto, quien había presentado su renuncia al Papa por motivos de edad. Tomó posesión canónica de la archidiócesis el 21 de noviembre de 2010 en la catedral de Turín. El 5 de enero de 2011 fue elegido presidente de la Conferencia Episcopal Piamontesa, sucediendo también al cardenal Severino Poletto en ese cargo.
Como fue nombrado Arzobispo metropolitano, recibió el palio el 29 de junio 2011, con ocasión de la Solemnidad de los Santos Pedro y Pablo, por parte del Papa Benedicto XVI. Durante los siguientes consistorios no se le hizo cardenal debido, dicen, a que su predecesor en el cargo seguía siendo cardenal elector, cosa que ya no fue así a partir del 19 de marzo de 2013. Por este motivo todo apunta a que será nombrado cardenal por el Papa Francisco el 22 de Febrero de 2014.
En su primer mensaje a los fieles de su nueva diócesis, dio gracias a Benedicto XVI por «la estima y la benevolencia que me ha mostrado, llamándome a servir como Pastor de nuestra Arquidiócesis» y añadió «En comunión fiel con su ministerio y en constante escucha de su magisterio, acepté con alegría la oportunidad de caminar con vosotros por el tramo del camino que el Señor quiera concederme».
En el mismo mensaje dijo que consideraba «la relación con cada sacerdote» el «primer compromiso del obispo» y añadió que a esa cuestión dedicaría sus recursos humanos y espirituales. Dijo que ese compromiso estaba «estrechamente relacionada con el problema de las vocaciones al sacerdocio» por lo que habría que trabajar con los jóvenes «para abrir nuevas rutas a la llamada del Señor».
En marzo 2012, en toulouse, en una escuela judía mataron a varios niños disparándoles a quemarropa. El arzobispo Nosiglia manifestó su solidaridad con la comunidad judía. En unas declaraciones, expresó su cercanía y afecto, personal y comunitario, a aquella comunidad nuevamente afectada por una horrible matanza. Y afirmó que la Iglesia católica en Turín, desde hacía muchos años, había enriquecido y profundizado la amistad y conocimiento recíproco con la comunidad judía, en un camino de diálogo que seguía siendo fecundo y cordial.
“Creo que en estos momentos –afirmó Cesare Nosiglia– nuestro primer deber de creyentes es asegurar la oración, profunda y sincera, por las víctimas, sus familiares y la comunidad entera. Pero como creyentes y como ciudadanos, también tenemos el deber de decir con fuerza que rechazamos cualquier gesto o signo de intolerancia, racismo y violencia. Es nuestro deber construir y reforzar, con todos los hombres y las mujeres de buena voluntad, una cultura de recíproco respeto y acogida, porque no queremos volver a caer en la barbarie del antisemitismo y de las discriminaciones religiosas y civiles”.
El 6 de mayo de 2013 concedió una entrevista al Pontificio Consejo Pro Familia, poco después de haber tenido un encuentro con el Papa Francisco, elegido un par de meses atrás. Sobre el encuentro destacó «la gran sensibilidad y atención a los temas de la familia en general, buscando las vías para ser fieles a la verdad del Evangelio y también a una tradición enraizada en la verdad de ciertos aspectos fundamentales del matrimonio: la santidad, la indisolubilidad; aspectos esenciales que proceden de la voluntad de Cristo».
Continuó diciendo que pastoralmente había que buscar nuevos caminos «respetando al individuo» y con una dimensión de acogida. Todos, incluso los que no son perfectamente coherentes con las enseñanzas de la doctrina católica, deben sentirse acogidos en la Iglesia, «como hizo Jesús con la adúltera -recuerda el prelado-, que dijo: No he venido a condenar, te acojo, te invito a no pecar más y a encontrar en ti la fuerza para vivir ciertas situaciones, también con sufrimiento y en la acogida al Evangelio, pero con la actitud del padre hacia el hijo pródigo, de plena acogida. Sin confundir, obviamente, la acogida con la condescendencia. «Que esté la verdad junto con la caridad, como dice el apóstol Pablo».
Entre los problemas prioritarios en las diócesis del Piamonte y Valle de Aosta, en particular, monseñor Nosiglia señaló «la elección de muchos jóvenes de no casarse, porque no ven el matrimonio como algo positivo, lo ven como una jaula o, en todo caso, como el punto final de la experiencia que viven en la convivencia». Pero «debemos acompañarlos con caridad y misericordia, con amor, sin condenarlos, sin ostracismos».
Es necesario «no dejar sola a la familia, sino acompañarla siempre y valorarla y sostenerla para que pueda dar la contribución decisiva y fundamental para el crecimiento humano y cristiano de los hijos en el seno de la propia casa», afirmó Nosiglia. Es necesario «volver a partir de la familia y ponerla en el centro de la comunidad y de la pastoral, porque la familia es un sujeto social importante».
Trató también el importante tema de la educación del amor. «El matrimonio es una vocación y como tal debe ser sostenida con una formación, mientras en cambio suele ser abandonada. La sexualidad no es un simple ejercicio del sexo, desahogo de los impulsos. En cambio, es necesario prepararse para la elección de la familia, con alegría y con madurez, también a través del testimonio de familias cristianas y de jóvenes» terminó diciendo.
Antes de renunciar, Benedicto XVI quiso ofrecer su último don al Arzobispo de Turín y al mundo: la Ostensión televisiva de la Síndone -Sábana Santa-, que tendría lugar el 30 de marzo, Sábado Santo, siendo él ya Papa emérito. «Espero que este evento mundial pueda llevar al corazón de todas las personas que lo vean un poco de luz y de paz, en estos tiempos complejos, y pueda dar fuerza y esperanza a tantos pobres y enfermos, a las familias y a las personas en dificultades», dijo el arzobispo de Turín, Cesare Nosiglia según recogió Vatican Insider.
También indicó que aquel proyecto estaba en pie desde hacía mucho tiempo, «con las competentes autoridades de la Santa Sede», y que se obtuvo «el plácet de Benedicto XVI, que nos ha animado al dar un corte de evangelización y de contemplación al evento, para favorecer entre los fieles un momento de gran espiritualidad justamente durante la Semana Santa». Se trató de la segunda Ostensión televisiva de la Síndone, después de la que fue transmitida en 1973.
En verano de 2013 Nosiglia hacía balance de la JMJ vivida en Río de Janeiro, la primera del Papa Francisco. «El Papa no defraudó las expectativas con su forma de ser humana y espiritual» comentó el prelado a Vatican Insider. «Cristo y la Cruz, han sido en la JMJ, el centro de la reflexión de Bergoglio, que invita a los jóvenes a no perder la esperanza y a continuar el viaje de la vida con coraje y alegría» continuó, añadiendo que «El mensaje de Francisco ha sido fuerte, pero capaz de dialogar y entenderse con las necesidades de los jóvenes».
También dijo que no sabía la fecha en la que el Papa visitaría Turín, pero que eso era por «la forma impredecible con la que piensa el Papa». Manifestó que Francisco «está estrechamente ligado a la tierra de sus padres y familiares y amigos» y que «cada vez que me lo he encontrado me ha asegurado que vendrá pronto».
En octubre de 2013, en una congreso en Turín sobre el Concilio Vaticano II fue el encargado de presentar el congreso, según recogió el Vatican Insider dijo que era tiempo «de responder a la crisis antropológica actual, con la propuesta de un humanismo capaz de dialogar con el mundo». «Necesitamos un diálogo – dijo Nosiglia – que no puede prescindir del las lenguas de hoy, incluyendo la de la técnica. No temiendo el diálogo con la ciencia y con la cultura y promocionando una encuentro interétnico, intercultural e interreligioso».
«En medio de la transición cultural que nuestro tiempo está viviendo y sufriendo el hombre no cambia. Los problemas y las cuestiones vitales de que es partícipe siguen siendo siempre determinantes para su felicidad y su futuro». Nosiglia dijo finalmente que era necesario «hacer cultura desde la base, partiendo de la realidad de la vida», ya que al hacerlo «el cristianismo todavía puede señalar el camino hacia el futuro» y no es sólo «una herencia del tiempo pasado o un obstáculo a la libertad».
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