Incluso entre los bautizados y los discípulos de Cristo hay hoy una especie de apostasía silenciosa, un rechazo de Dios y de la fe cristiana en la política, en la economía, en la dimensión ética y moral y en la cultura post-moderna occidental». Lo denunció el cardenal Robert Sarah, presidente del Pontificio Consejo Cor Unum durante su participación en la primera jornada del ecnuentro sobre la caridad promovido por las Conferencias Episcopales Europeas en Trieste.
«Involuntariamente -prosiguió el religioso- respiran con todos sus pulmones doctrinas que van en contra del hombre y que generan nuevas políticas que tienen un efecto de erosión, destrucción, demolición y grave agresión, lentas pero constantes, sobre todo en la persona humana, su vida, su familia, su trabajo y sus relaciones interpersonales. No tenemos ni siquiera el tiempo para vivir, amar, adorar. Este es un desafío excepcional para la Iglesia y para la pastoral de la caridad. La Iglesia, de hecho -subrayó el cardenal- denuncia también las diferentes formas de las que es víctima la persona humana».
Según Sarah, «un humanismo sin Dios, al lado de un subjetivismo exacerbado, ideologías que son difundidas por los medios de comunicación y por los grupos extremadamente influyentes y financieramente potentes, se esconden detrás de las apariencias del servicio internacional y actúan incluso en el ambiente eclesial y en nuestras agencias de caridad».
Para la Iglesia, pues, «los valores cristianos que la guían y la identidad eclesial de la actividad caritativa no son negociables, deben rechazar cualquier ideología que vaya en contra de la enseñanza divina, rechazar categóricamente cualquier apoyo económico o cultural que imponga condiciones ideológicas opuestas a la visión cristiana del hombre».
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De apostasía silenciosa nada, lean sino la «Nota de la Conferencia Episcopal Española sobre el próximo referéndum europeo», páginas 18 y 19: http://www.alfayomega.es/Revista/2005/pdf/alfa437.pdf.
«El texto constitucional no excluye la investigación letal con embriones humanos, ni el aborto, ni la eutanasia; tampoco excluye la clonación de seres humanos para la experimentación y la terapia».
Más, el texto no recoge «una tutela mayor del matrimonio y de la familia, así como la unión estable de un hombre y de una mujer y la protección del derecho de los niños a no ser adoptados por otro tipo de uniones.
Y, en fin, la omisión deliberada del cristianismo como una de las raíces vivas de Europa y de sus valores».
Después de todo lo afirmado los señores obispos lógicamente pedirían el «no» de sus fieles a una constitución antihumana y anticristiana… ¡pues no!
«Los obispos creen y piensan que el compromiso con Europa no les obliga a indicar, en el ejercicio de su misión pastoral, un sentido determinado del voto en este referéndum».
Conclusión y más claro imposible: compromiso con Europa sí, compromiso con Dios no, y eso se llama APOSTASÍA.