Esta semana está con nosotros Salvador Giménez Valls, Obispo de Menorca, que fue auxiliar de Valencia durante la visita de Benedicto XVI, lo que le dio la oportunidad de conocerle y tratar con él. Nos habla de su vida sacerdotal, de sus experiencias como obispo y del modo de actuar en la vida pública que se nos exige a los católicos. Además nos reconoce que sintió mucha tristeza al leer la carta de Juan Manuel de Prada «Los nidos de Antaño».
¿Podría contarnos cómo surgió su vocación al sacerdocio?
Es un tema que he explicado muchas veces, sobre todo desde que soy obispo porque me lo preguntan a menudo. Ingresé muy niño en el Seminario, a los 11 años. Y seguro que fue por el testimonio de seres queridos que tenía alrededor, más que una decisión razonada. Primero era acólito en mi pueblo y desde muy pequeño estuve muy vinculado a la parroquia y el párroco, muy querido por mí a lo mejor me lo insinuó y lo acepté de buen grado y estuve desde entonces en el Seminario. Excepto los primeros días, siempre me sentí muy a gusto.
O sea que fue una vocación temprana…
Una vocación muy temprana. Es verdad que fue alentada también por mis padres, sobre todo por mi madre que era una mujer muy religiosa y estoy convencido que me ayudó muchísimo en el proceso de formación. Como casi todos los jóvenes hubo un replanteamiento de mi vida, como sucede con 16 o 17 años. Al final de ese período de crisis, decidí continuar, acompañado por mis formadores hasta que recibí la Ordenación Sacerdotal, recién cumplidos los 25 años.
¿Cómo es el día a día de un Obispo en la diócesis de Menorca?
Con la sensación de estar ocupado todo el día pero vivido todo con mucha paz y tranquilidad. Es una diócesis pequeña: unos treinta sacerdotes para 19 parroquias. Es una gran familia donde nos conocemos todos. Por la mañana la dedico a recibir visitas en el despacho y a atender asuntos de la curia. Por la tarde suelo visitar alguna parroquia, algún sacerdote, o me dedico a leer y a estudiar aquí en el despacho.
A lo largo del curso está el consejo de presbiterio, de pastoral, de economía… Este fin de semana, por ejemplo, tienen programado el inicio de curso los equipos de Nuestra Señora, la CONFER, la elección de una Abadesa en un monasterio. Son asuntos que piden la presencia del obispo, que salen esporádicamente y que llenan felizmente la vida del ministerio.
¿Cómo se fomenta en su diócesis una mayor participación de los laicos en la vida de la Iglesia?
Lo primero convenciendo a los sacerdotes. Muchos lo tienen clarísimo. A otros hay que repetírselo muchas veces, que es una buenísima opción y que muchas tareas parroquiales puedan ser realizadas directamente por laicos, y que nosotros los sacerdotes y el obispo se dediquen a lo fundamental que es acompañar espiritualmente a los fieles. Yo creo que en los últimos años hemos perdido un poco esa insistencia en el acompañamiento, en la dirección espiritual que llevábamos cuando éramos más jóvenes. En este momento es imprescindible recuperar esta dimensión de trato personal. Creo que hay muchísima gente con ganas de hablar y de ser escuchada, que tiene interés por encontrarse con Cristo y confrontar su vida con Él. Eso fundamentalmente lo tiene que hacer el sacerdote. La celebración de la Eucaristía y la confesión. Y todo lo demás: la preocupación por las obras y los aspectos materiales, la atención a catequesis, a Cáritas, a todo ello, lo pueden hacer laicos perfectamente.
Sí, pero muchas veces el problema es la carencia de “sed de almas” que a veces se percibe en los sacerdotes. ¿Cómo trata de fomentarla en sus sacerdotes?
Estos días repite mucho el papa que somos todos muy pecadores. Es cierto que cuando perdemos la perspectiva de estar cerca de las personas y de llevar las almas a Cristo cometemos todos un gran pecado: los obispos y los sacerdotes. Y es cierto que a medida que pasan los años, las rutinas y el cansancio se apoderan de algunos ministros. Hay que poner orden y remedio de inmediato, de lo contrario nos deslizamos en la rampa de la indiferencia y de la inautenticidad. Porque el ministerio tiene que ser una ilusión y un entusiasmo constante, desde la ordenación hasta la muerte. No hay jubilaciones, no tenemos derecho a quejarnos ni a manifestar en exceso el cansancio a nuestros feligreses. Es demasiado grande, es sublime lo que llevamos en nuestras manos. Toda nuestra vida debe ser el reflejo de Cristo, Buen Pastor, y explicarlo así a la gente que tenemos alrededor. Cuando no lo hacemos así estamos entrando en la dinámica del pecado.
Su diócesis tiene un gran aluvión de visitantes en verano. ¿Cómo se puede hacer una pastoral en un terreno tan difícil como el turismo de playa?
Nos lo hemos planteado muchas veces y es un tema complicado. Por una parte hemos levantando espacios para la celebración dominical de la Eucaristía y atendemos siempre a los fieles en la confesión. Casi todos, un 80% o más, son turistas que vienen para una semana. Hay muy pocos estables, y los estables se vinculan muy pronto a la comunidad parroquial, y los que viven habitualmente aquí, y son originarios de otras regiones o países, están también integrados en las parroquias de la diócesis.
¿Cómo se prepara una homilía?
Es un aspecto fundamental en el ministerio de un pastor. En mi caso acostumbro a dirigir unas palabras en la Santa Misa que celebro a diario en la catedral. Son el fruto de la oración personal de la mañana; intento compartirla con quienes acuden a la celebración. Dedico más tiempo a la preparación de la homilía dominical. Me he habituado a leer a primera hora del lunes las lecturas del domingo siguiente. Una lectura personal, sin apoyaturas. Más adelante me exijo un tiempo de mi trabajo para profundizar en algún estudio de exégesis sobre los textos bíblicos. Me sirve, por supuesto, para formación personal mía. Si de las lecturas se acentúa algún tema concreto de la moral cristiana o explicitación de las verdades de la fe, consulto con un buen estudio o compendio, que me ayude a ampliar el campo de la reflexión. Leo el tema como estudio, tranquilamente. También suelo preguntarme los interrogantes, las alegrías o las dificultades de mis futuros oyentes. Y luego me hago las grandes preguntas: ¿cómo aplicar lo que dice la palabra de Dios y la tradición de la Iglesia a mi vida personal? ¿Cómo decirle a la gente que acude a la celebración cómo deberían aplicarlo a sus vidas para ser realmente consecuentes con lo que creen? Siempre con la intención de unir la escucha de la Palabra y la celebración del misterio de Cristo en la Eucaristía con su propia vida personal, profesional o social.
¿A qué santos tiene especial devoción y por qué?
Me interesa mucho el perfil psicológico y de santidad de San Ignacio, seguramente por los ejercicios que he hecho desde joven. Admiro muchísimo a San Francisco de Asís y me encanta la simplicidad literaria y la profundidad espiritual de santa Teresa de Jesús.
Usted fue el primer obispo europeo nombrado por Benedicto XVI ¿Cómo le definiría en pocas palabras?
Yo tuve la gran suerte de conocerle personalmente cuando era obispo auxiliar en Valencia, durante el Encuentro Mundial de las Familias. Prácticamente conviví un día entero con el Santo Padre. Me pareció un hombre realmente extraordinario, no sólo por la cultura y el estudio, sino por el reflejo de humildad que aparecía en su rostro y en su forma de expresarse, y por su capacidad de escuchar, que me impresionó mucho. Aparte del recuerdo agradecido por ser quien puso en mi corazón la confianza que la Iglesia me daba con el ministerio episcopal.
Y por seguir con los papas ¿Cómo definiría al Papa Francisco?
Le saludé en la jornada de catequistas, en Roma, a finales de Septiembre, y concelebré con él. Solamente le di la mano unos segundos. La experiencia de celebrar la eucaristía con la plaza llena de catequistas y una homilía preciosa, corta, bien preparada, que llegó al corazón de todos. Me quedé admirado por esas palabras suyas. Lo definiría como un gran comunicador.
¿Cuál cree que es el mayor logro del diablo en la sociedad actual?
El conseguir la indiferencia de lo religioso para muchísimos católicos. Es cierto que hay países donde los cristianos son perseguidos y eso madura y fortalece la fe, y en este mundo occidental, que aunque hay muchísimas quejas, estamos viviendo todos en opulencia, hay una indiferencia importante hacia lo religioso, y eso es típicamente del diablo: que no nos preocupemos de lo fundamental de la vida que es la misma muerte, la misma resurrección y la Vida gloriosa con Cristo al final de ella. Que pensemos que esto es un pasarlo bien aquí en la tierra y que no existen valores absolutos a los que acogerse y a los que seguir. Creo que es el principal logro del diablo en las almas de los cristianos.
Benedicto XVI hablaba de los Principios no Negociables ¿Es legítimo que un católico vote a un partido que no defienda explícitamente estos principios?
Yo creo que sí, que es legítimo en ese supuesto, o deberíamos ser los cristianos más valientes o no deberíamos votar a nadie, porque es un tremendo desastre del mundo occidental, que personas que son creyentes y practicantes cuando llegan a responsabilidades de partido o de gobierno olvidan sus convicciones religiosas, o mejor dicho, no las convicciones de fe sino las consecuencias morales y publicas que proporciona su fe. Lo estamos viendo en España y en todos los demás países del mundo occidental. Si tuviera que responder yo desde el corazón creo que los católicos no deberíamos votar a nadie que no tuviera claras la fe y la moral de la propia Iglesia, pero es un gran riesgo porque casi ningún partido se presenta con el Evangelio en la mano y con el espíritu cristiano en su publicidad o en sus afirmaciones básicas.
¿Cree entonces que sería necesaria una opción política en España que defienda explícitamente los principios no negociables definidos por Benedicto XVI?
Sí, pero eso a mí me genera cierta preocupación porque tuvimos la desgracia, o mejor dicho la experiencia, de la democracia cristiana en muchos países de Europa. Yo tampoco he sido muy estudioso de esto pero las consecuencias finales tampoco han sido para intentar lo mismo o para repetir esa experiencia. Tenemos que pensar mucho qué hacer con los que son creyentes y practicantes del misterio de Cristo y dedican su vida a gestionar la cosa pública.
¿Cree que los medios de comunicación de la Iglesia en España son actualmente portavoces honestos de la defensa de estos principios?
Procuro ver casi todo e informarme para conocer las ventajas y los inconvenientes, los elogios y las protestas de las gentes hacia los medios de comunicación de la Iglesia. Hace unos años esto pasaba con la COPE, ahora con 13TV. Unos muestran satisfacción y otros desagrado Es muy difícil, aunque creo que hay que conseguirlo, que en nuestros medios de comunicación todas las expresiones sean fiel reflejo de lo que dice la Iglesia. Es verdad que no es lo mismo el espíritu de medio que la opinión de un determinado colaborador. Pero es un buen servicio a la sociedad la pluralidad de medios y la clarificación de los contenidos, acordes con los principios de la Iglesia. Ahí los obispos tenemos una gran responsabilidad.
Usted ha sido de los obispos que más firmemente ha promovido la transparencia en las cuentas de la Iglesia. ¿Cómo valora que la CEE haya invertido más de 30 Millones de Euros en una televisión de contenido más partidista que apostólico?
Lo valoro como muy preocupante pero todavía falta perspectiva para enjuiciar sus resultados. Creo que la Iglesia tiene que estar metida en el mundo, tiene que expresar y defender sus opiniones y no cabe duda que es buenísimo que esté en los medios de comunicación. El modo es lo complicado de definir y lo que hay que revisar y purificar constantemente.
¿Dónde van los niños cuando son abortados?
A mí me parece que la Iglesia enseña que van al cielo con el Señor porque son, aunque no jurídicamente, hijos de Dios no nacidos en este mundo pero sí ya concebidos en el corazón del Señor y hacía Él se dirigirán sus almas.
Pero el catecismo enseña que es el bautismo el que abre las puertas del cielo…
Sí, pero en gente adulta hay un bautismo de deseo y en niños no nacidos parece lógico pensar que la gracia de Dios acoja a todos ellos.
¿Y qué opina de la adopción de embriones congelados para evitar su destrucción?
Yo creo que esto sí que habría que observarlo con más sumisión a la verdad que predica la Iglesia pero el cómo, desde un punto de vista científico, me resulta más complicado. Son temas que aparecen constantemente en las plenarias del Episcopado porque la subcomisión de la Vida nos informa de los aspectos fundamentales de esta cuestión que son variadísimos y siempre la Iglesia manifiesta lo mismo. El Obispo de Alcalá, que es un gran conocedor y experto en todo ello, se encarga de actualizarnos constantemente estos principios.
¿Cómo valora la ley del aborto que ha anunciado el gobierno?
Como pastor de la Iglesia nunca la valoraré positivamente si no se cumplen los principios y las condiciones que con tremenda claridad manifiesta la Iglesia, sea un gobierno de derechas, de izquierdas o de centro. El aborto es un crimen, está clarísimo, y la Iglesia nunca lo podrá aceptar, y todas las leyes que en este sentido amparen protejan o faciliten el aborto la Iglesia, y por supuesto un servidor, lo consideraremos un pecado y un delito.
¿Qué legislación sobre convivencias homosexuales podríamos admitir?
A mí me parece que ninguna, aunque ahora en aras de ese buenismo y comprensión universal que a todos nos llena la boca, se acepte con relativa facilidad todo. Lo que está clarísimo, discurriendo desde la ley natural, es que el hombre y la mujer son complementarios, se aman y gracias a esa unión nace una nueva vida. Eso es lo único que debe ser aceptado como matrimonio: el amor mutuo y la procreación. Todo lo demás no sé cómo se podría denominar. Ahora estamos en la dinámica de las adopciones y cada cierto tiempo nos invade una nueva moda que los distintos lobbies del mundo gay y todo lo que es ideología de género están introduciendo en todo el mundo.
¿Entonces es una cuestión de nombre o es una cuestión de reconocimiento de una situación que consideramos no debe ser reconocida?
De negación para los católicos. Los que no son católicos tendrán nuestro respeto. El estado tiene que arbitrar una solución de uniones civiles, un poco a su aire. De todos modos los católicos deberíamos defender siempre el matrimonio canónico.
¿Cree que la unidad de España es un bien moral?
Es otra cuestión que es muy complicada y más en estos momentos. Es un bien moral todo aquello que no genera confrontación y odio en las almas y en los espíritus de las gentes. ¿La unidad de España un bien moral? Políticamente hemos dicho de todo, uno mira a la historia y se puede contemplar como los pueblos se han ido uniendo y dividiendo a lo largo de los siglos. Yo creo que es un bien a conservar por parte de todos, un bien moral porque puede generar enfrentamiento y odio futuro, y si se llegara al enfrentamiento bélico sería más pecado si cabe. El mantenernos en la unidad actual, algunos autores no quieren llamarlo bien moral, nosotros lo definimos en términos parecidos en las orientaciones de hace pocos años.
¿Hay algún movimiento, institución u orden religiosa de la Iglesia que le guste especialmente?
No tengo especial cariño a ninguna en concreto, solamente agradecimiento a las personas que han estado conmigo y me han acompañado en mi historia personal siendo de un carisma determinado. He tratado con salesianos, como vicario episcopal he participado bastante en encuentros de las comunidades Neocatecumenales, a los que debo un reconocimiento. He vivido con mucha paz y atención con órdenes religiosas que han favorecido con su vida y entrega a los seminaristas y a la pastoral vocacional. No cito nombres concretos por temor a olvidar alguna. Son experiencias de Iglesia que enriquecen y han enriquecido mucho mi vida.
¿Entonces no pertenece a ninguno?
No he participado nunca en ninguna espiritualidad concreta y que legítimamente la Iglesia admite y fomenta.
¿Qué es lo mejor de ser sacerdote?
Para mí el vivir como Cristo quiere y acompañar a los demás a que lo conozcan y hagan lo mismo. Lo mejor para un sacerdote es acompañar y presentar. No sólo acompañar desde un punto de vista humano sino también presentar siempre el rostro y el mensaje y la obra de Cristo. No sólo en momentos puntuales, en la Eucaristía y en los demás sacramentos, sino en cualquier circunstancia.
¿Qué les dice a los jóvenes para animarles a entregar su vida a Dios en el sacerdocio?
Presentárselo explícitamente y preguntárselo con claridad, y aconsejarles que busquen siempre un sacerdote que les pueda acompañar. A los curas les digo constantemente que o nos renovamos y nos ocupamos de la pastoral vocacional o estamos cometiendo una de las grandes tropelías de nuestro tiempo. Sin nostalgias del pasado ni la indiferencia reciente. Es responsabilidad de todos en la actualidad el trabajo de animar el proceso vocacional de jóvenes concretos. En esta diócesis se nota una recuperación y tenemos 6-7 seminaristas en Menorca que viven con su familia siendo acompañados quincenalmente por dos formadores, 4 en el Seminario Menor de Játiva (Valencia) y 2 en el Seminario Mayor de Moncada (Valencia).
¿Qué opina de las voces que piden que la Iglesia pague el IBI?
Que son modas que se repiten cada cierto tiempo. Inventamos la campaña para acercar y para mostrar la imagen más tierna y más humana de la Iglesia, pues nos aparece el IBI, la campaña de los pederastas… Parece que sean campañas contrarias a los planteamientos puntuales de la Iglesia para mostrar su ser. Siempre tenemos que cumplir la legislación vigente aunque a veces nos parezca injusta o arbitraria. Lo denunciaremos, si es el caso, sin crear odio o crispación. Siempre habrá personas o grupos sociales que no reconozcan la labor de la Iglesia y los beneficios que aporta a toda la sociedad. Nada ni nadie nos impedirá hacer el bien aunque tengamos que aplicar la conversión o autocrítica que nos señalaba el Concilio Vaticano II para estos casos. Sin amenazas, si cambia la legislación pagaremos lo que corresponda y todos los bienes de la Iglesia los seguiremos compartiendo con los demás con servicio y con caridad.
¿Qué podemos aprender de los cristianos ortodoxos?
Aquí no los tenemos cerca y para nosotros son ciertamente desconocidos, pero podemos aprender su gran y profunda plegaria al Señor y su disposición siempre a la colaboración con nosotros.
¿Cuál es su lema episcopal y por qué lo eligió?
“Mane Nobiscum Domine”, Quédate con nosotros Señor, porque unos meses antes de ser llamado para el episcopado apareció una exhortación del papa sobre la Eucaristía con este título y, en ese momento, me emocionó. Es una frase del evangelio de san Lucas, del pasaje de los discípulos de Emaús. Me encantó el documento del papa y pensé que podía ser una buena guía para mí vida ministerial. Cuando fui nombrado obispo pensé que la frase, entre petición oracional y confianza absoluta en el Señor podría orientar de modo adecuado mi servicio al pueblo de Dios.
¿Qué cambiaría de la Iglesia?
Me gustaría que fuéramos todos, sobre todos los que tenemos autoridad en el pueblo de Dios, más humildes y más estudiosos de la Palabra de Dios y la supiésemos presentar con más entusiasmo y más caridad. Además me gustaría cambiar la percepción de que muchos católicos no valoren los sacramentos y la Eucaristía suficientemente. Me gustaría cambiar a mejor la participación en la Eucaristía dominical o diaria de los católicos, que es lo único que puede fortalecer la vida ordinaria de cada uno.
De las virtudes ¿hay alguna en la que le guste poner especial énfasis?
Siempre pienso en la paciencia aunque no pertenezca al elenco de las cardinales. Son fundamentales y así intento transmitirlo en mis escritos y en mis palabras las virtudes teologales. Pero la paciencia que tiene el Señor conmigo, con mis pecados y mis dificultades y la que debo tener yo siempre con mis colaboradores y con el pueblo que camina conmigo me urge a pedirla y a esforzarme en conseguirla.
¿Cuál considera que es su mayor defecto?
El olvido de las necesidades de mis semejantes.
¿Qué libros está leyendo ahora?
“La misericordia”, del Cardenal Kasper, “Dios existe” de Antoni Flew y “Del Vaticano II a la Nueva Evangelización” de Ricardo Blázquez.
¿Qué música escucha?
No soy demasiado melómano, escucho poca música porque cuando oigo música no puedo leer y decidí elegir la lectura. A veces en el coche escucho Radio clásica y en Menorca he escuchado bastante ópera.
¿Cuál es su comida preferida?
No tengo especial preferencia por ninguna. Mi enfermedad, la diabetes, me obliga a ser parco y a seguir extremadamente bien las indicaciones de la doctora. Normalmente como ensaladas y hervidos aunque, como buen valenciano, no olvidaría nunca la paella.
O sea que nada de alcohol…
Cuando era más joven me gustaba mucho la cerveza. Ahora sólo tomo sin alcohol, una al mes, en reuniones familiares. No es mucho mérito porque nunca me ha gustado la bebida. Creo que en mi vida he tomado una copa de coñac.
¿Si no hubiera sido sacerdote en qué le habría gustado trabajar?
Sin duda maestro: ser profesor es la otra vocación que llevo en el corazón. Si no hubiese sido sacerdote me habría dedicado a la escuela.
¿Con qué personaje del siglo XX le gustaría tomar un café?
Sin duda con la Madre Teresa de Calcuta, que no sé si tomaba café pero me habría encantado estar un rato con ella…
Por concluir ¿Qué le gustaría trasmitir a sus fieles en una sola idea central?
Que sepan vivir la felicidad de seguir a Jesucristo, que es una convicción que nos hace felices en este mundo. Que desechen la resignación, la tristeza, el resentimiento y que vivan la fe con mucha felicidad, que no es una losa pesada sino que encontrarse a Jesucristo es lo mejor que les ha podido ocurrir en este mundo.
Por último y para terminar ¿Conocía Infovaticana?
No la conocía pero me dijeron hace unos días la existencia de la página y entré un poco a verla. La verdad es que no soy muy aficionado a los medios y conozco poco el mundo digital.
¿Qué diría a un grupo de laicos interesados por informar sobre la Iglesia?
El consejo que os daría es que leáis revistas y libros muy buenos que hay, y que estéis en contacto con algún sacerdote que os ponga en el corazón ese amor inmenso a la Iglesia. Que tengáis un gran amor a la Iglesia, ya que sólo podemos entender qué es la Iglesia si de verdad la queremos.
¿Y cuál piensa que debe ser nuestra actitud ante cuestiones difíciles sobre las que informar?
Yo creo que hay que informar de todo. Con objetividad y con mucho cariño. Si eso mismo lo aplicamos a las cuestiones de Iglesia, con más razón. Nunca debemos tener miedo a que se conozca la verdad de las cosas. Aunque algunas nos duelan, sin son ciertas, y nos enojen, si son fantasías o mentiras.
¿Y qué podemos hacer cuando unas palabras del Papa no logramos entenderlas o nos desalientan?
Ponernos en manos del Señor, que es el único que no nos desalienta nunca. El otro día leí en el periódico de tirada nacional una carta de un hombre al que siempre le he leído con gusto y con interés, Juan Manuel de Prada, y, al leerla, me produjo una profunda tristeza, no por lo que decía, ya que se ajustaba a sus sentimientos, sino que eso, los cambios en opiniones y convicciones, le pueda pasar a un laico culto y comprometido, y me decía “¿Señor, cómo haremos las cosas para que a gente tan valiosa le ocurra esto?” pues no lo sé…
Muchísimas gracias por su atención y por dedicar su tiempo a Infovaticana.com
Ayuda a Infovaticana a seguir informando
Maravillosa entrevista!! enhorabuena al equipo de infovaticana!!
Magníficas preguntas, extraordinarias respuestas!
Me parece esta entrevista sencilla, inteligente y esclarecedora: se ve que es un hombre de fe que edifica con sus palabras y me imagino también con su ejemplo.
Es tan importante en la Iglesia acoger y acompañar, y se podría hacer mucho mejor por parte de todos; perdemos mucho tiempo en tonterías que no merecen la pena y que podíamos utilizar en estas tareas..
Es Salvador Giménez en estado puro.
Toda es muy buena, sí, ciertamente. Pero si tuviera que destacar algo de ella, así a bote pronto, destacaría la advertencia del obispo de Menorca sobre una de las asechanzas o engaños típicos del Maligno: chantajearnos con que solo debemos preocuparnos por las cosas de este mundo, por disfrutar al máximo aquí y ahora, sin preocupación alguna por las cosas de Dios, por la salvación eterna…
Y es que esa es la perfecta obra del Demonio.