Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela Monseñor Francisco Pérez González nació el 13 de enero de 1947 en Frandovínez, un pequeño pueblo de la provincia de Burgos situado a 14 kilómetros de la capital de la provincia castellana.
Con apenas once años ingresó en el Seminario diocesano de San José de Burgos en 1958, donde estudió Humanidades, Filosofía y Teología. Después de casi quince años de formación fue ordenado sacerdote en la ciudad de Trento, al norte de Italia en 1973. Durante su ministerio sacerdotal realizó estudios superiores en la Pontificia Universidad de Santo Tomás, “Angélicum”, de Roma. Concluyó sus estudios en la Universidad Pontificia de Comillas, donde se licenció en Teología Dogmática.
Ha sido vicario parroquial en Madrid y formador y director espiritual del Seminario Conciliar de Madrid. Estuvo encargado del Diaconado Permanente de la Archidiócesis de Madrid, y trabajó como miembro del Comité del Diaconado Permanente de la Conferencia Episcopal Española. Con la formación de la diócesis de Getafe, fue Director Espiritual del Seminario de Nuestra Señora de los Apóstoles de la Diócesis de Getafe y del Colegio Sacerdotal Castrense Juan Pablo II de Madrid. En 1995 se hizo público su nombramiento como obispo de la diócesis de Osma- Soria y fue consagrado en la basílica de San Pedro del Vaticano por el Papa Juan Pablo II, el 6 de enero de 1996. Tomó posesión de la Diócesis de Osma-Soria, el 11 de febrero de 1996, en la concatedral de San Pedro.
Durante su estancia en esta diócesis tuvo oportunidad de culminar las labores del Sínodo diocesano cuyas conclusiones fueron firmadas el 27 de diciembre de 1998, clausurándose solemnemente el XVI Sínodo Diocesano. Asimismo, en sus siete años como obispo en Soria, desarrolló una intensa actividad pastoral y tuvo ocasión de presidir diversos acontecimientos para la Iglesia diocesana. En 1997, su diócesis de Osma-Soria fue la sede de “La Ciudad de Seis Pisos”, una de las ediciones de las Edades del Hombre de las Diócesis de Castilla y León.
El Año Jubilar de 2000 estuvo jalonado por celebraciones por toda la geografía diocesana. El año 2001 se celebró el IX Centenario de la Restauración de la Diócesis Oxomente por el obispo san Pedro de Osma. Fue precisamente en este año 2001 cuando la Conferencia Episcopal lo propuso y fue nombrado como Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias. En 2002, en su diócesis de Osma-Soria tuvo ocasión de presidir los actos de celebración del 4º. Centenario del nacimiento de la Venerable M. Sor María de Jesús de Ágreda. El 30 de noviembre de 2003, la Santa Sede comunicó su nombramiento como Arzobispo Castrense de España, sede de la que toma posesión el 11 de diciembre de 2003.
En su labor como Arzobispo Castrense ha visitado a las tropas españolas en los diversos lugares en los que realizan misiones de paz. Asimismo ha participado en celebraciones de bautismo y de confirmación de los soldados de los diversos cuerpos del Ejército, preparados por los capellanes castrenses. Y ha oficiado los funerales de los soldados fallecidos en misión. El 31 de julio de 2007 es nombrado por Benedicto XVI Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela, en sustitución de monseñor Fernando Sebastián, que había regido estas diócesis desde 1993.
Tomó posesión el domingo 30 de septiembre de 2007, en la Catedral de Pamplona. El Santo Padre, Benedicto XVI, le impuso el Palio Arzobispal en la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, en una misa solemne en la Basílica Vaticana, el día 29 de junio del año 2008. El día 8 de abril del año 2011, cesa como Director Nacional de Obras Misionales Pontificias en España, cargo para el que fue nombrado por un periodo de cinco años y que, en 2006, había sido ratificado para otros cinco.
Transcurrido este segundo periodo, es imposible una nueva reelección. Sobre la Adoración Eucarística dijo en una ocasión “Es una Luz en medio de la “noche cultural y epocal” que estamos padeciendo. Hoy el ser humano necesita sentirse amado y la Eucaristía es el amor concreto y cercano de Dios. La vida necesita que tengamos coraje para afrontar ciertas realidades que son muy dolorosas. La Eucaristía da fuerza y alivia”.
Se le preguntó el como podía contribuir al perfeccionamiento de la vida el estar con Cristo en la Eucaristía “La santidad se construye desde la caridad y ésta se conquista cuando el corazón se pone en el costado de Cristo. La Eucaristía nos hace gozar del amor de Dios que se nos entrega generosamente. La perfección no se consigue a base de puños ni de ideas sino junto al amor de Cristo. Por ello no amamos por nosotros sino por Cristo en nosotros” contestó el prelado. Tuvo una iniciativa en la diócesis que fue el establecer la Adoración perpetua en una parroquia, se le preguntó si era arriesgado o costoso “El único punto de referencia que señala la presencia de Dios son nuestros templos. Recuerdo que hace años, siendo seminarista, paseaba por las calles de Zurich y un compañero mío me dijo refiriéndose a los Bancos: ‘Estos son los templos de hoy’. El díos del materialismo quiere marginar a Dios pero no podrá mientras esté presente entre nosotros la Eucaristía. De ahí que hemos de abrir más las Iglesias para adorar y confesar” esa fue su respuesta.
Sobre Juan Pablo II y su devoción a la Adoración Eucarística dijo: “Nunca olvidaré las veces que recé al lado del Papa Juan Pablo II. Era un experto de la adoración a Cristo Eucaristía. Sólo la Eucaristía puede cambiar el corazón y sólo la Eucaristía puede ser fuente de vocaciones. Es verdad que transforma a la persona y a la sociedad”. Sobre la creciente pérdida de fe en España comentó que “Tal vez nos está fascinando demasiado el materialismo y esto provoca que se devalúe el sentido de lo trascendente, es decir, miramos más a la tierra que al cielo” y añadió “Las dos cosas son necesarias porque la vida es importante aquí pero en el ‘más allá’ nos encontraremos cara a cara con Dios. Hay toda una corriente –diría inconsciente y errónea- que promueve dejar de lado a Dios, como si fuera una idea o un pensamiento del pasado. Ahora se cree que el ser humano se basta por sí mismo y no necesita a nadie, él es autónomo. Sin embargo lo que dignifica a la persona es el amor que procede de Dios creador y constructor de este mundo y de cada uno de nosotros. Una sociedad que descarte a Dios por principio es una sociedad que poco a poco se va deshumanizando”.
Cuando le preguntaron una vez si le gustaba el deporte contestó “Yo jugaba al fútbol. Ahora lo que hago es pasear, porque a medida que uno crece ya no puede estar haciendo virguerías. Procuro hacerlo y me parece que es importante la salud corporal para tener la mente clara. Luego me encanta conducir. Me hago muchos kilómetros y es una de las cosas que más me han gustado siempre”.
En una ocasión confesó que le hubiera gustado ser misionero “Yo quise irme a misiones cuando tenía 28 años y ya estaba preparado -con el billete en la mano- pero una larga enfermedad me lo impidió. Yo era sacerdote y junto con otro nos enviaba nuestro Obispo al Zaire, a la zona sur, a una Diócesis que se llama Kolwezi en África. Mi enfermedad impidió tal aventura gozosa. Siempre he tenido ilusión por irme a la misión. Después –en mis reflexiones largas y profundas- me di cuenta que ser misionero tiene una premisa fundamental y es la de cumplir bien ‘lo que Dios quiera’. Se ve que Dios no me quería en África sino en España y lo que nunca hubiera pensado, como la de ser Obispo, se ha hecho realidad. El auténtico misionero (y misioneros en la vida debemos ser todos) no busca sus propios intereses sino los intereses de Dios. Esto me dio mucha paz y trato de vivir así ahora, aunque sea Arzobispo”. El año que llegó a la diócesis navarra -en 2007- había 16 seminaristas. En 2013 el número es de 11. Por tanto la diócesis se convierte en una más de las muchas que se encuentran en caída libre en ese sentido. El Seminario se dice que es el corazón de la diócesis, por tanto el Arzobispo deberá esmerarse en este campo que sabemos no es sencillo.
En 2013, el arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela recibió un envío en el Palacio Arzobispal. “Hasta que no lo abrió -señaló una fuente autorizada- el paquete había pasado desapercibido, como uno más, dadas las fechas navideñas y que se habían recibido otros envios”. Al abrirlo, el propio arzobispo se encontró con un consolador y unos polvos que “lo mismo podían ser explosivos como harina. La verdad es que no le dimos importancia, sonaba a coña”, añadió la misma fuente. El prelado puso el hecho en conocimiento de la Policía, le entregó el paquete y comentó el hecho, a modo de anécdota, con su personal más cercano. No obstante, dos meses más tarde, concretamente el 3 de marzo, un paquete similar explotó en unas oficinas de Correos de Madrid y previamente, el mismo grupo que se ha declarado autor de estos hechos realizó otro envío a la Almudena, de Madrid que no llegó a explotar. Según trascendió, los servicios de Información de la Policía investigaron la autoría de estos hechos que se atribuyeron en Internet dos grupos anarquistas que se autodenominan el Club de Artesanos del Café para sus nuevos usos, FAI/FRI, y el Grupo Anticlerical para el fomento del uso del Juguete Sexual.
A su juicio, sobre ETA, la Iglesia ha dicho “todo lo que tiene que decir sobre este tema”. “Es muy clara la postura, nadie tiene derecho a usar la violencia y, sobre todo, de esa forma tan degradante como es por la espalda y por una finalidad que no justifica la violencia y menos el terror y la muerte como hace ETA”, añadió. Preguntado por si se puede hablar de reconciliación en el caso de ETA, señaló que, siempre y cuando ocurra como “cuando uno se va a confesar, que ya no sólo tiene dolor de los pecados, sino también cumplir la penitencia”.
“Sabemos que quien ha cometido un crimen, no solamente debe pedir perdón a las víctimas, sino también tiene que cumplir con aquello que ha hecho mal. Eso es de justicia, por lo tanto la reconciliación no es un paternalismo barato en el que aquí nada ha ocurrido. Aquí ha ocurrido, se han hecho mal ciertas cosas” agregó.