Anécdota de conversión

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st-paul-conversion     Pedro García Alonso, lector de Infovaticana.com y  profesor universitario, nos remite parte de la carta de un alumno:  «Cambiando de tema, algo que seguro que te alegrará es que he recuperado la fe, eso sí, a mi manera, pues creo en Dios. Resulta que un día, dando una vuelta por el centro de París, por azar llegamos a la Iglesia de la Madelaine, una iglesia preciosa por cierto, de corte renacentista y situada en las cercanias del Museo del Louvre. Entramos al templo, dimos una vuelta y, bueno, me acorde de mi familia y de mis seres queridos, sobre todo de aquellos que ya no están. Encendí una vela e hice algo que no hacia desde hace más de ocho años, rezar, pedir por ellos vamos, jamás por mi solo por ellos, por la gente a la que quiero. 51226458 Te juro que no se que demonios paso, que rompí a llorar, y cuando alce la vista y miré a la Virgen, no podría explicar bien lo que pasó, no se si fue mi imaginación o que las lagrimas me impedían ver con claridad, pero juraría que a la virgen le cambio la cara, que me sonreía. Fue una sensación extraña, pero cuando salí de allí, me invadio una sensación de paz que hacía años que no experimentaba. Desde entonces, siempre que puedo paso por allí, de echo ya conozco hasta al guardián. No sé que paso. Pero parece que desde entonces todo va a mejor. Me siento mejor conmigo mismo y con aquellos que me rodean. No necesito ningún milagro, de echo mi plegaría es más cercana a la meditación que a cualquier oración cristiana. Me siento, desconecto y reflexiono. Si puedo esta en mi mano ayudar a alguien le ayudo. Soy tolerante y amable sin ser tonto, y siempre trato a la gente con respeto en educación, sin pensar en recibir lo mismo, sino por que eso no me supone esfuerzo alguno. Eso si, si quien me busca me acaba encontrando. Nunca olvido quien soy, de donde vengo y cuales son los origenes de mi familia. Honrro a mis padres, amo a mi futura mujer (pese a tener 23 años la boda es solo cuestión de tiempo y un poco de estabilidad, hace mucho tiempo que superé eso de salir, ponerme hasta arriba de alcohol y coleccionar mujeres noche tras noche). Tengo la suerte de haber encontrado a la mujer con la que verdaderamente quiero pasar el resto de mis días, y al contrario de lo que muchos opinan, mejor ahora que dentro de seis o siete años. Al contrario de lo que le suele suceder a la gran mayoria de los estudiantes, el Erasmus me ha tranquilizado, me ha cambiado, y sin duda ha sido un cambio a mejor. Encenderé una vela a la Madelaine por ti y por los tuyos. Cuídate mucho.»  

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