«El Señor se involucra en nuestra vida, pero muchas veces no lo vemos».

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Durante la Misa en Casa Santa Marta de ayer, el Papa Francisco explicó que los cristianos deben tener paciencia y confiar en la acción de Dios en su vida. El Papa aseguró que Dios siempre acompaña a las personas pero lo hace a su manera y eso, a veces, exige ser pacientes.     “El Señor decide siempre la forma de entrar en nuestra vida, Muchas veces lo hace tan lentamente, que corremos el riesgo de perder la paciencia: ‘¿Pero Señor, cuándo?’ Y rezamos, rezamos… pero no llega su intervención en nuestra vida. Otras veces, cuando pensamos en aquello que el Señor nos ha prometido, es tan grande, que somos un poco incrédulos, un poco escépticos. Y, como Abraham -un poco a escondidas sonreímos-… Dice esta primera lectura que Abraham ocultó su cara y sonrió… un poco escéptico: ‘¿Pero cómo yo, con casi 100 años y mi mujer con 90 años, tendremos un hijo?”. “Pero no lo hace, a los escépticos no puede hacerlo. El Señor se toma su tiempo. Pero también Él, en esta relación con nosotros tiene mucha paciencia. No sólo nosotros debemos tener paciencia: ¡Él la tiene!, ¡Él nos espera!, ¡Él nos espera hasta el final de la vida! Pensemos en el buen ladrón, que precisamente al final, al final, ha reconocido a Dios. El Señor camina con nosotros, pero muchas veces no se deja ver, como en el caso de los discípulos de Emaús. El Señor se involucra en nuestra vida, eso es seguro, pero muchas veces no lo vemos. Esto nos reclama paciencia. Pero el Señor que camina con nosotros, también tiene mucha paciencia con nosotros”.   “Jesús, en la Cruz, oía como lo desafiaban: ‘Desciende, Desciende, baja’. Paciencia hasta el final, porque Él tiene paciencia con nosotros. Él acude siempre, Él se involucra con nosotros, pero lo hace a su modo y cuando el piensa que es mejor. Solamente nos dice aquello que dijo a Abraham: ‘Camina en mi presencia y se perfecto’. Se irreprensible, es esa la palabra exacta. Camina en mi presencia y procura ser irreprensible. Esto es caminar con el Señor y el interviene. Pero debemos esperar, esperar el momento, caminando siempre en su presencia y buscando ser irreprensibles. Pidamos esta gracia al Señor: ‘caminar siempre en su presencia, buscando ser irreprensibles’”.  

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