Siempre ha existido la tentación de vivir nuestro cristianismo fuera de la roca que es Cristo. El único que nos da la libertad para hablar con Dios es Cristo. Así lo afirmó el Papa esta mañana en la homilía en la Capilla de Santa Marta. También Francisco ha vuelto a alertar sobre los peligros del pelagianismo, como ya advirtió hace pocos días. Sin duad es un tema que preocupa al Santo Padre. El verdadero cristiano es un hombre de alegría que se apoya en la «roca de Cristo», pero, hoy como ayer, existe la tentación de ser «cristianos sin Cristo», disfrazándose de cristianos y pecando de un exceso de superficialidad o de rigidez. Al comentar el pasaje del Evangelio de Mateo, dedicado a las casas construidas sobre la arena y sobre la roca, el Papa habló de dos actitudes, de dos «casas» opuestas entre sí, pero ambas frágiles. De hecho, es posible ser rígidos y tristes o bien superficialmente alegres, pero sin conocer la verdadera alegría cristiana. «En la historia de la Iglesia –dijo Francisco– ha habido dos clases de cristianos: los cristianos de palabra (esos de “Señor, Señor, Señor…”), y los cristianos de acción, de verdad. Siempre ha existido la tentación de vivir nuestro cristianismo fuera de la roca que es Cristo. El único que nos da la libertad para hablar con Dios es Cristo (o la roca). Es el único que nos sostiene en los momentos difíciles, ¿no?». Como dice Jesús, pueden cascarse las nubes, desbocarse los vientos, pero la roca es la seguridad y las palabras, «las palabras vuelan, no sirven. Pero existe la tentación de ser cristianos de palabras, de un cristianismo sin Jesús, un cristianismo sin Cristo». El Papa también analizó las dos manifestaciones de los “cristianos de palabra”.Hay un primer tipo que se podría definir como «gnóstico», que «en lugar de amar a la roca, ama las palabras hermosas», por lo que vive flotando en la superficie de la vida cristiana. «Y esta tentación hoy existe. Cristianos superficiales que creen: “Sí, Dios, Cristo”, pero demasiado: no es Jesucristo el que te da fundamento. Son los gnósticos modernos, la tentación del gnosticismo. Un cristianismo sin Jesús, un cristianismo sin Cristo». En cambio, el segundo tipo es el que Francisco definió como «pelagiano»: tiene un estilo de vida serio y acartonado. Se trata, ironizó el Papa, de cristianos que «miran al suelo». Por otra parte, son los que creen que la vida cristiana debe tomarse tan en serio que acaban por confundir la solidez, la firmeza, con la rigidez. ¡Son rígidos! Estos creen que para ser cristianos es necesario vivir en luto, siempre». Según el Papa hay muchos de estos cristianos: «son cristianos que se disfrazan de cristianos. No saben qué es el Señor, no saben qué es la roca, no tienen la libertad de los cristianos. Y, para decirlo con palabras sencillas, no tienen alegría». «Los primeros –continuó Francisco– tienen una cierta “alegría” superficial. Los demás viven en una constante vigilia fúnebre, pero no saben qué es la alegría cristiana. No saben gozar la vida que les da Jesús, porque no saben hablar con Jesús. No se sienten en Jesús, con esa firmeza que da la presencia de Jeús. Y no solo no tienen alegría: no tienen libertad. Estos son los esclavos de la superficialidad, de esta vida difusa; y estos son los esclavos de la rigidez, no son libres. En su vida, el Espíritu Santo no encuentra sitio. Pero, ¡es el Espíritu Santo el que nos da la libertad! El Señor, hoy, nos invita a construir nuestra vida cristiana sobre Él, la roca, el que nos da la libertad, el que nos envía al Espíritu, el que nos hace seguir adelante con la alegría, en su camino, en sus propuestas».
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