Limpieza de nombres entre los académicos, desaparición del juramento de Lejeume y desvinculación de la Congregación para la Doctrina de la Fe son las tres principales consecuencias del nuevo estatuto.
El nuevo Estatuto de la Pontificia Academia para la Vida -que entrará en vigor el próximo 1 de enero- se inscribe en el «nuevo horizonte de la curia romana querido por el Papa Francisco», según ha señalado Monseñor Vincenzo Paglia, presidente de la Academia, en una entrevista en Radio Vaticano.
Entre las nuevas disposiciones aprobadas destaca que se termina con los nombramientos vitalicios de los miembros ordinarios de la academia, que a partir de ahora serán designados por un periodo de cinco años pudiendo ser reelegidos en su cargo hasta su octogésimo cumpleaños.
Por lo tanto, el próximo 31 de diciembre todos los académicos cesarán en su puesto, aunque hubieran sido nombrados con carácter vitalicio. Al día siguiente, el Papa recompondrá la academia a su gusto, acabando así con la continuidad que caracterizaba a esta institución desde su fundación hace más de 20 años.
Monseñor Paglia, el flamante presidente, ha justificado esta medida afirmando que facilita «una renovación necesaria». «Después de 22 años de vida de la Academia, se trata de redefinir el impulso, rediseñar los horizontes», sostiene en su entrevista en Radio Vaticano.
InfoVaticana se ha puesto en contacto con miembros de la Academia, que confirman que ya les ha sido notificado que el próximo 31 de diciembre, un día antes de la entrada en vigor del nuevo estatuto, causan baja a la espera de ser reelegidos en su cargo si es la decisión del Santo Padre, o no.
Según sostiene el vaticanista Sandro Magister, podrían no ser reelegidos miembros como el austríaco Josef Seifert o Luke Gormally -críticos con algunos puntos de la exhortación apostólica Amoris Laetitia- o el cardenal Carlo Cafarra, que ha firmado junto a otros tres cardenales una carta dirigida al Papa en la que le apelan a clarificar algunos puntos de Amoris Laetitia.
Otra de las novedades que introduce el nuevo estatuto es que la Pontificia Academia para la Vida queda, a partir de ahora, desligada de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Mientras que en el anterior estatuto se establecía que la Academia trabajaría con esta congregación, en el nuevo texto solamente se alude a la colaboración con la Secretaría de Estado y el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, de reciente creación y con organigrama poco definido. En todo caso, se intenta con este movimiento apartar a la Academia de toda decisión con incidencia doctrinal.
También desaparece del nuevo estatuto la invitación a los miembros de la Academia a firmar la Declaración de los Servidores de la Vida. Este juramento, que tradicionalmente hacen los miembros de la Academia Pontificia de la Vida al ser admitidos en ella, fue redactado por Jérôme Lejeune al crearse la Academia para la que Juan Pablo II le nombró primer presidente en 1994:
«Ante Dios y ante los hombres, declaramos que todo ser humano es para nosotros una persona. Desde la concepción hasta la muerte natural es el mismo ser que se desarrolla, madura y muere. El respeto absoluto de los pacientes no depende ni de la edad ni de la enfermedad. Al igual que la medicina permanece al servicio de la vida hasta su final, de igual modo la protege desde su inicio. Desde la concepción, la persona es inalienable. El óvulo fecundado, el embrión, el feto, el recién nacido, no pueden ser sometidos a la explotación».
Ahora, sin embargo, bastará con que asuman un compromiso genérico de defender la vida, de acuerdo con la doctrina católica.
Asimismo, a partir del 1 de enero formarán parte de la Academia los Miembros jóvenes investigadores, provenientes de disciplinas que atañen a los sectores de investigación de la Academia, con una edad máxima de 35 años, elegidos y nombrados por el Consejo de Administración por un período de cinco años, renovable para otro mandato.
Referencias a género y ecología humana
El nuevo estatuto también pretende «ampliar los horizontes de la investigación sobre la vida», según explica Paglia. En este sentido, el artículo 1 § 3 recoge que la academia se encargará de estudiar el cuidado de la dignidad de la persona humana en las distintas edades de la existencia así como «el respeto mutuo entre géneros y generaciones», con la perspectiva de una auténtica «ecología humana».
El documento también establece que, en el caso de imposibilidad de participar en los trabajos de la Asamblea General, los Académicos tendrán que justificar adecuadamente su ausencia. La ausencia injustificada por más de dos veces a lo largo de un quinquenio comportará ipso facto la decadencia como miembro de la Academia.
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