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Elecciones americanas, las de los obispos. Los números y las curiosidades

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El nuevo presidente es uno de los trece cardenales de la famosa carta que hizo enfurecer al Papa. El nuevo vicepresidente es un miembro del Opus Dei. La derrota de los obispos preferidos por Bergoglio

por Sandro Magister

ROMA, 18 de noviembre de 2016 – Siete días después de la elección de Donald Trump como presidente, los más de doscientos obispos de los Estados Unidos han votado para elegir quién entre ellos será su presidente durante los próximos tres años.

Un voto al que han llegado «como si fuera un referéndum sobre el Papa Francisco», ha dicho claramente John L. Allen, el número uno de los vaticanistas de los Estados Unidos.

Y, realmente, esto ha sido un poco verdad. Si bien el recién elegido a la presidencia, el cardenal Daniel N. DiNardo, ha dicho inmediatamente que «es un locura» pensar que él no apoya «a este Papa, que hace cosas maravillosas para la Iglesia».

Pero es un hecho que cuando Francisco visitó los Estados Unidos en septiembre de 2015 ordenó a los obispos que cambiaran de ruta y se pusieran al mismo paso que él.

Basta con la «predicación de doctrinas complejas», con el «lenguaje duro y belicoso de la división», con «hacer de la cruz una bandera de luchas mundanas».

Sí, en cambio, a la «cultura del encuentro», la única  capaz de transformar la Iglesia de los Estados Unidos en «un humilde hogar que atrae a los hombres mediante la fascinación de la luz y el calor del amor».

Tras estas indicaciones perentorias Jorge Mario Bergoglio hizo una serie de nombramientos de obispos cercanos a su modo de sentir; el primero fue Blase J. Cupich como arzobispo de Chicago, que también será hecho cardenal el 19 de noviembre.

Sin embargo, al seguir la praxis de que en los meses precedentes a la renovación de los vértices de la conferencia episcopal cada obispo debe escribir en una ficha los nombres de los cinco candidatos por él preferidos, ha resultado que entre los diez más votados -y, en consecuencia, designados como candidatos oficiales a la presidencia y vicepresidencia- sólo había uno de los queridos por Bergoglio: el obispo de Santa Fe, John C. Wester.

Los otros nueve, por orden alfabético, eran:

Gregory M. Aymond, arzobispo de Nueva Orleans;
Charles J. Chaput, arzobispo de Filadelfia;
Paul S. Coakley, arzobispo de Oklahoma City;
Daniel N. DiNardo, cardenal arzobispo de Galveston-Houston;
Daniel E. Flores, obispo de Brownsville;
José H. Gomez, arzobispo de Los Angeles;
William E. Lori, arzobispo de Baltimore;
Allen H. Vigneron, arzobispo de Detroit;
Thomas G. Wenski, arzobispo de Miami.

Pero veamos, con orden, cómo han ido las votaciones.

La votación para elegir presidente ha sido la primera y la más previsible, porque casi siempre es elegido para dicho cargo el vicepresidente del trienio precedente, con la única excepción de 2010, cuando por sorpresa el arzobispo de Nueva York, el cardenal Timothy M. Dolan derrotó por 128 votos contra 111 al candidato de los progresistas, Gerald F. Kicanas, entonces obispo de Spokane y vicepresidente saliente.

Esta vez, en cambio, ha ido según la tradición. Nombrado vicepresidente en 2013, el cardenal DiNardo ha sido promovido inmediatamente al grado superior en la primera vuelta, con 113 votos sobre 206, distanciándose claramente de los otros candidatos, todos con 30 votos menos respecto a él.

DiNardo fue uno de los firmantes de la famosa carta «de los trece cardenales» que hizo enfurecer al Papa Francisco al inicio del sínodo de octubre de 2015. Y como él, Dolan.

Pero esto no parece haberle perjudicado en el momento de la votación. Más bien al contrario.

Más incierta y neurálgica ha sido en cambio la elección del nuevo vicepresidente, es decir, de aquel que según la tradición se convierte también en presidente «in pectore» para el trienio sucesivo.

Aquí el elegido ha sido el arzobispo de Los Angeles, José Horacio Gómez, nacido y crecido en México, miembro del Opus Dei, caracterizado por su firme temple de defensor de la vida, la familia y la libertad religiosa -es decir, de los principales campos de batalla entre el episcopado americano y los poderes civiles-, pero también apasionado paladín de la causa de los migrantes, muchos de los cuales son hispanos como él y parte creciente de los católicos de los Estados Unidos.

Los Angeles es la diócesis más grande de todo el país, pero hasta ahora el Papa Francisco ha rehusado hacer cardenal a su titular. Tal vez en la elección de Gómez hay un punto de revancha por este rechazo.

Han sido necesarias tres votaciones para elegir al nuevo vicepresidente, con Gómez siempre a la cabeza.

En la primera vuelta ha obtenido 60 votos, seguido por Aymond con 56, por el bergogliano Wester con 31 y por Chaput con 21. Éste fue maestro de Gómez, que fue su auxiliar en la diócesis anterior, Denver.

En la segunda vuelta Gómez ha obtenido 105 votos, Aymond 81, Chaput 17  y Wester 14.

Y en la vuelta final Gómez ha prevalecido con 131 votos contra los 84 de Aymond.

Hay que decir que Aymond ha llegado segundo, con 30 votos, también en la votación que ha elegido como presidente a DiNardo. Le seguían Wester con 20 y Gómez con 15.

Éste es la nueva estrella en alza de los obispos. Goza de amplio aprecio por su capacidad de afrontar las cuestiones de manera directa y con palabras claras, y por su capacidad de crear consenso sin ceder nunca en lo que atañe a los principios. Fue uno de los que se opusieron al doctorado honoris causa concedido por la universidad católica Notre Dame al abortista Barack Obama.

Pero es notable la similitud entre estas votaciones de 2016 y las anteriores de 2013.

En la elección de 2013 los más votados para la presidencia, después del elegido Joseph E. Kurtz, arzobispo de Louisville, fueron, por orden, DiNardo, Chaput, Gómez, Lori y Aymond.

Mientras que para la vicepresidencia, después del elegido DiNardo, aparecieron de nuevo los nombres de Chaput, Gómez y Aymond.

Pero en 2013 había entre los diez candidatos otro nombre que tres años después ha desaparecido: el del entonces obispo de Spokane Cupich, el predilecto de Bergoglio, que después lo promovió a Chicago.

En la votación para la presidencia Cupich llegó séptimo, con 10 votos, y en las votaciones para la vicepresidencia llegó quinto en entrambas votaciones, en la primera con 24 votos y en la segunda con 17.

Este año nada. Cupich no ha entrado ni siquiera entre los diez candidatos. Tal vez sea también por esto por lo que Francisco le hace cardenal.

El cambio indicando por Bergoglio en el episcopado de los Estados Unidos está, por lo tanto, aún lejos de producir un cambio en el liderazgo y en la dirección de marcha.

Pero esto no debe sorprender, porque sucedió lo mismo con Juan Pablo II: también él promocionó, en su largo pontificado, un cambio masivo de los obispos estadounidenses, que sin embargo se manifestó con fuerza solo durante el reinado de su sucesor, Benedicto XVI.

De hecho, en el vértice de la conferencia episcopal el primer cambio tuvo lugar en 2004, cuando el cardenal Francis E. George, arzobispo de Chicago, fue elegido vicepresidente superando por poquísimo, con 118 votos contra 114, al entonces obispo de Pittsburgh Donald W. Wuerl, hoy cardenal y gran defensor del Papa Bergoglio.

En 2007, George se convirtió en presidente y Kicanas en vicepresidente, derrotando en la última vuelta a Dolan por 128 votos contra 106.

Pero en 2010, por sorpresa, Dolan fue elegido presidente, superando a Kicanas en la última vuelta por 128 a 111. Y Kurtz superó, en la última vuelta, a Chaput per 147 a 91.

Y en 2013 todo fue según establece la tradición: Kurtz fue elegido presidente en la primera vuela, con 125 votos sobre 236, y DiNardo fue elegido vicepresidente derrotando a Chaput por 147 a 87.

Volviendo a las votaciones de este año, hay que indicar también las de los presidentes de las cinco comisiones.

El obispo de Portland, Robert P. Deeley, ha sido elegido jefe de la comisión para las cuestiones canónicas y de gobierno de la Iglesia, con 111 votos contra los 89 del obispo de Rockford, David M. Malloy.

El obispo de Scranton, Joseph C. Bambera, ha sido elegido jefe de la comisión para las cuestiones ecuménicas e interreligiosas, con 115 votos contra los 90 del obispo de Oakland, Michael C. Barber.

El obispo auxiliar de Los Angeles, Robert E. Barron, ha sido elegido jefe de la comisión para la evangelización y la catequesis, con 122 votos contra los 90 del obispo de Bridgeport, Frank J. Caggiano.

El ordinario militar, el arzobispo Timothy P. Broglio, ha sido elegido jefe de la comisión para la justicia y la paz, con 127 votos contra los 88 del obispo de San Diego, Robert W. McElroy.
El obispo de Lafayette, Timothy L. Doherty, ha sido elegido presidente de la comisión para la protección de los niños y los adolescentes, con 128 votos contra los 86 del obispo de Yakima, Joseph J. Tyson.

Entre estos, hay que señalar un vencedor y un derrotado.

El derrotado es McElroy que, junto a Cupich, es el otro dioscuro de los ultrabergoglianos y es hijo espiritual de John Raphael Quinn, arzobispo de San Francisco de 1977 a 1995 y teórico de una reforma radical del Papado. McElroy fue secretario de Quinn, que le consagró -con Wester como consagrante- obispo auxiliar de San Francisco en 2010.

El vencedor es Barron, pupilo del cardenal George en Chicago, en Los Angeles desde hace un año como obispo auxiliar de Gómez.

En cuanto a Gómez, su elección como vicepresidente de la conferencia episcopal ha comportado su renuncia al cargo de presidente de la comisión para las migraciones, al que había sido nombrado en 2015.

En su lugar ha sido elegido presidente de susodicha comisión el obispo de Austin, Joe S. Vasquez, con 109 votos contra los 91 del bergogliano Wester.

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La página web oficial de la conferencia episcopal de los Estados Unidos:

> USCCB

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Traducción en español de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares, España.

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