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Doble fuego amigo contra el «Papa emérito»

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Primero el cardenal Brandmüller, después el obispo Sciacca. Uno es un ilustre historiador, el otro es una luminaria del derecho canónico. Ambos son del círculo más cercano a Ratzinger. Pero ambos muy contrarios a que siga haciéndose llamar Papa

por Sandro Magister

ROMA, 29 agosto de 2016 – En su retiro en la colina del Vaticano, Joseph Ratzinger justamente no está en silencio. Ni con el bolígrafo, ni con la palabra.

Mientras que se espera que salga a comienzos de otoño su anunciado libro-entrevista con Peter Seewald, estará en librería desde mañana una nueva y monumental biografía suya, escrita por el teólogo y amigo Elio Guerriero, introducida con un prefacio del papa Francisco y al final con una entrevista del autor con el ex Papa, anticipada el 25 de agosto en el diario «la Repubblica»:

> Ratzinger confessa: «Troppo stanco, così ho lasciato il ministero petrino»

En la entrevista, una vez más Ratzinger explica que su renuncia al papado tuvo como único motivo la disminución de sus fuerzas, contradiciendo con esto a su sucesor Francisco, que en una entrevista publicada el pasado 3 de julio en «La Nación» afirmó que la abdicación de Benedicto XVI «no tuvo nada que ver con algo personal».

Pero hay un punto, entre otros, en el que concuerdan los dos últimos sucesores de Pedro, al dar crédito ambos a la figura del «Papa emérito», una figura que no tiene precedentes ni históricos, ni teológicos ni jurídicos.

Al respecto, Francisco escribe en el prefacio al libro, anticipado el 24 de agosto por el diario «Avvenire»:

«Para la Iglesia, la presencia de un Papa emérito, además del que está en el cargo, es una novedad. […] Expresa en forma particularmente evidente la continuidad del ministerio petrino, sin interrupción, como los anillos de una misma cadena soldados por el amor».

No sólo eso. Se sabe que el prefecto de la Casa Pontificia, Georg Gänswein – quien como secretario personal de Ratzinger antes, durante y luego de su pontificado es seguramente la persona más cercana a él – ha ido mucho más lejos al delinear esta presencia contemporánea de los dos Papas, según sus palabras casi «un ministerio ampliado», «en común», con «una dimensión colegial y sinodal»:

> No un Papa, sino dos: uno «activo» y otro «contemplativo» (17.6.2016)

Pero no se sabe hasta qué punto Ratzinger comparte las temerarias tesis sostenidas en público por su secretario. Lo que es cada vez más cierto, por el contrario, es que personalidades que se cuentan entre las más competentes y autorizadas del círculo más próximo al ex Papa están muy contrariadas.

Uno de éstos es el cardenal Walter Brandmüller, eminente historiador de la Iglesia, quien el pasado mes de julio se pronunció en términos duramente críticos no sólo contra la figura del «Papa emérito», sino también contra la bondad de la misma abdicación de Ratzinger:

> Brandmüller: «La renuncia del Papa es posible, pero es de esperar que no suceda nunca más» (18.7.2016)

Otro es el obispo Giuseppe Sciacca, luminaria del Derecho Canónico y secretario del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica, quien en una entrevista realizada por Andrea Tornielli para «Vatican Insider», el 25 de agosto,  destrozó el sustento jurídico y teológico de la categoría de «Papa emérito» aplicada a quien renunció al papado:

> Sciacca: «Non può esistere un papato condiviso»

Sciacca está vinculado a Ratzinger por una antigua y sólida amistad, que sigue viva también después de su abdicación. Esta amistad convalida todavía más la fuerza de su crítica contra la categoría de «Papa emérito», que Ratzinger fue el primero en querer atribuírsela a sí mismo.

En el cuerpo de la entrevista, Sciacca demuele la tesis de quien sostiene que, al abdicar, Benedicto XVI ha renunciado sólo al ejercicio activo del «ministerio» papal, pero ha conservado el «munus».

Pero es al final de la entrevista – reproducida líneas abajo – que las críticas del canonista se dirigen contra la figura del «Papa emérito», de la cual no salva prácticamente nada. Y también sobre la abdicación en general del papado Sciacca adelanta sus reservas.

Será interesante encontrar, en las futuras incursiones orales y escritas del ex papa Ratzinger, algún indicio sobre cómo él juzga esta doble ráfaga de fuego amigo disparada justamente contra él por los insospechables Sciacca y Brandmüller.

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¿Papa emérito? Una aberración

De la entrevista a Giuseppe Sciacca publicada en «Vatican Insider» el 15 de agosto del 2016

P. – ¿Qué piensa de la denominación de «Papa emérito»?

R. – La expresión de «Papa emérito» o «Pontífice emérito» parecería configurar una especie de potestad pontificia distinta de un ulterior tipo de ejercicio suyo. Un ejercicio no individuado, nunca definido en ningún documento doctrinal y de imposible comprensión, que habría sido objeto de renuncia. Al argumentar de esta manera, parte de la potestad pontificia permanecería en el emérito, aunque, se dice, tendría prohibido ejercerla. Pero la prohibición de ejercer aquello que por su naturaleza es esencialmente libre en el ejercicio (potestas) no tiene sentido. Parece por lo tanto evidente la irracionalidad de esta tesis y los posible errores interpretativos que se derivan de ella.

P. – ¿Usted habría preferido el título de «Obispo emérito de Roma» para el Papa que renuncia?

R. – No, considero que esta solución habría sido igualmente problemática, si bien algún autorizado canonista la ha afirmado: Papa, Pontífice u Obispo de Roma son sustancialmente sinónimos. El problema no es el sustantivo «Papa» u «Obispo de Roma’»sino el adjetivo «emérito», que lleva a una especie de duplicación de la imagen papal.

P. – ¿Que hipótesis hubiera preferido usted o cuál querría sugerir?

R. – Para empezar me gustaría decir que no estoy entre aquellos que desean que la renuncia al papado se convierta en una costumbre. ¡Al contrario! Como pura hipótesis de trabajo, si quisiéramos prefigurar para el Pontífice que renuncia una posible previsión legislativa para el futuro, me parece que la solución más adecuada sería otorgarle el título de “ex Sumo Pontífice”. O bien prever la reinserción en el colegio cardenalicio del Papa que renuncia, en el orden de los obispos, por parte del nuevo Papa. Y para subrayar la “singularidad” del nuevo titular, suponiendo que todas las sedes suburbicarias estuvieran ocupadas, una solución posible sería insertarlo – ad personam — entre los patriarcas orientales que son miembros del colegio cardenalicio. «Salvo meliori iudicio», como siempre estamos acostumbrados a poner al final de las opiniones que nosotros los consultores damos a los dicasterios.

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Traducción en español de José Arturo Quarracino, Temperley, Buenos Aires, Argentina.

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Comentarios
3 comentarios en “Doble fuego amigo contra el «Papa emérito»
  1. Al comentarista «Desarrollo Personal» quisiera decirle que la figura de la renuncia está prevista en el Código de Derecho Canónico según tengo entendido. Ahora siempre se nos enseñó que no todo lo legal es moral, por ejemplo, que se permita que una persona abandone la religión católica para pasarse a otra religión no significa que esté moral y religiosamente bien ese acto. La reglamentación de la renuncia al papado con mayor precisión no altera el hecho de que importa una desobediencia a una orden dada por la Iglesia y por el Espíritu Santo de ser papa (Benedicto da como motivo personal de su renuncia en la entrevista del 25/08/16 el no poder viajar en avión y el no poder participar de la Jornada Mundial de la Juventud en Brasil). Creo que no se trata de unos argumentos válidos. Por otra parte, el ser humano no puede por reglamentación convertir en moral la renuncia al papado por motivos personales teniendo en cuenta que en para esa elección no participó él solo sino la Iglesia y el Espíritu Santo.

  2. Toda esta controversia del Papa Emérito se ha dado, porque no es usual que un Papa renuncie, incluso Juan Pablo II se mantuvo en su cargo aunque estaba pasando una situación crítica de salud. Quizás convenga reformar algunos aspectos legales para contemplar esa figura.

  3. El tema es que Ratzinger es designado papa por decisión del Cónclave y con la asistencia del Espíritu Santo, o sea, por orden de la Iglesia y del Espíritu Santo, por lo cual, la renuncia si bien es posible por ser por motivos solamente humanos y personales implica una revocación por decisión humana una orden en la que intervino el Espíritu Santo y la Iglesia y que el papa aceptó respetar con obediencia, lo que involucra no un acto de humildad sino un acto con graves consecuencias de tipo moral tanto para el renunciante como para quienes elogian la renuncia como meritoria revoca por decisión humana una orden divina, la única forma de que la renuncia no sea pecado es que no sea completamente una renuncia y conservara Benedicto cierta potestad como quiere el secretario, se trata de salvar la imagen histórica de Benedicto XVI y su obra teológica. Pero sólo hay una piedra sobre la que se construye la Iglesia, no puede haber dos papas, esto último no es católico. Pero Benedicto tiene otro punto en común con Bergoglio y es que apoyan mutuamente según surge de la última entrevista de agosto a Benedicto.

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