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Juan Manuel de Prada, Buenafuente, y la doctrina social.

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Alude Juan Manuel de Prada en su último artículo a la ortodoxa posición del Papa en cuestión de doctrina social, despotricando contra quienes le criticaron por decir que son los comunistas los que piensan como cristianos. Independientemente de que tenga serias dudas de que lo que dice el Papa Francisco es, por ejemplo, lo mismo que decía Juan Pablo II, lo cierto es que la Doctrina Social de la Iglesia constituye una serie de planteamientos que no son dogma de Fe, lo que tampoco quiere decir que sean cosa desechable.

Las llamadas encíclicas sociales han intentado ofrecer una respuesta a los temas fundamentalmente políticos y económicos que cada época nos exige, en coherencia con el Evangelio. Esto quiere decir que no son principios de nuestro Credo, sino más bien posiciones que se apoyan con mayor o menor acierto en él.

Por supuesto, puede estar sujeto a cambios. Por ejemplo, la encíclica Quadragesimo Anno de Pío XI prohíbe las huelgas (94), mientras que Juan Pablo II en Laborem Exercens exige que los trabajadores tengan asegurado el «derecho a la huelga» sin sufrir sanciones. (20. Importancia de los sindicatos). Está claro, repito, que no son dogmas de Fe. 

Siguiendo con esta lógica y atendiendo a los principios de protección al débil, un pontífice bien podría entender que un sistema con cierto liberalismo (y digo «cierto» porque hasta ahora nunca ha existido el liberalismo absoluto) desprotege al pobre, y otro pontífice decir que ese mismo sistema, atendiendo a la realidad de los hechos, lo defiende. Podría incluso sentenciar que es menos caritativo con el pobre el estatismo que cierto liberalismo, puesto que éste ha elevado el nivel de vida de las capas más humildes de la sociedad. Los principios son inmutables, mientras que las soluciones, la… ¿pastoral?… pueden cambiar.

Repito: Ni es ortodoxia, ni es inmutable, ni es infalible. Es al revés. Es la ortodoxia en la Fe la que hará reflexionar a la Iglesia sobre estos principios.

Noto a Juan Manuel de Prada bastante preocupado por delimitar quién defiende de verdad al Papa y quién no, pareciéndole ilegítimo no estar de acuerdo con la posición de que el gobierno del dinero «levanta muros que destierran», cuando precisamente ahora de lo que se está hablando es de levantar muros para lo contrario, no para echar sino para evitar que millones de personas quieran entrar a toda costa en esos países con ese tipo de sistemas malísimos.

Juan Manuel de Prada es un escritor admirable porque sigue la ortodoxia de la Fe católica. En todo lo demás, se podrá estar de acuerdo o no.

Por cierto, que le he notado desubicado estos días. La última vez en una decepcionante entrevista con Buenafuente (véase aquí) en la que se ufanaba por hacer bromas absurdas tipo «mi sueño hubiese sido hacer un striptease de verdad», «amo a Trump y a Putin y me gustaría hacer un trío con ellos» (eso sí, criticando con la gracieta que, si dice burradas, se volverían virales), proponiendo a Buenafuente que le «convierta en colaborador fijo»… e incluso defendiendo de soslayo a Zapata al decir que «le han llevado a los tribunales por repetir un chiste que llevaba 20 años en la red«, en referencia al tuit «han tenido que cerrar el cementerio de las niñas de Alcàsser para que no vaya Irene Villa a por repuestos».

Parece que ese día estuvo… delicuescente.

No todos tenemos buenos días ni siempre buenos artículos.

Comentarios
6 comentarios en “Juan Manuel de Prada, Buenafuente, y la doctrina social.
  1. Da la impresión de que BUENAMIERDA esta examinando de moderno y enrrollao al alumno Prada.
    El sabrá porque se junta con esa gentuza. Pero es imposible meterse en un depósito de purines sin pringarse.

  2. No es tan de descartar la Doctrina Social de la Iglesia, si se enseña en el Catecismo… que digo yo.

    El Catecismo de la Iglesia Católica -que no se escribió bajo el actual pontificado- dice textualmente:

    2425 La Iglesia ha rechazado las ideologías totalitarias y ateas asociadas en los tiempos modernos al “comunismo” o “socialismo”. Por otra parte, ha rechazado en la práctica del “capitalismo” el individualismo y la primacía absoluta de la ley de mercado sobre el trabajo humano (cf CA 10. 13. 44). La regulación de la economía por la sola planificación centralizada pervierte en su base los vínculos sociales; su regulación únicamente por la ley de mercado quebranta la justicia social, porque “existen numerosas necesidades humanas que no pueden ser satisfechas por el mercado” (CA 34). Es preciso promover una regulación razonable del mercado y de las iniciativas económicas, según una justa jerarquía de valores y con vistas al bien común.

  3. A Juan Manuel de Prada siempre lo he encontrado en una extraña postura ideológica, tanto cuando San Juan Pablo II era Papa, como después con Benedicto XVI, y también ahora con Francisco. A mi modo de ver siempre ha tenido tendencia a decir cosas fuera de sitio, así como a escribir algún que otro libro rarito. En cuanto a su posicionamiento político, ha ido virando claramente a la izquierda en la última década. Una cosa es no ser de derechas, y otra muy diferente virar a la izquierda. Lamentablemente no pocas personas se apoyan en un mal entendido Chesterton para afirmar cosas que Chesterton nunca dijo. Y sin darse cuenta acaban pregonando afirmaciones marxistas creyendo que son chestertonianas. Es el caso de Juan Manuel de Prada.

  4. La diferencia abismal entre un comunista y un cristiano, en dos palabras, es que, mientras el comunista dice ” lo tuyo mío “, de ahí la lucha de clases, que acaba con la riqueza y no reparte ni la pobreza, el cristiano dice y practica ” lo mío tuyo “, de ahí el ejercicio de la caridad personal, en los bienes económicos, culturales, sociales, espirituales y la proliferación de multitud de instituciones católicas al respecto. Por eso es un error de bulto, típico bergogliano, decir que son los comunistas quienes piensan como los cristianos, cuando son la antítesis, pues les mueve el materialismo ateo y el odio y no la caridad.. Esta vez creo que De Prada no afina del todo, con todo mi aprecio, que es mucho.

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