La Compañía de María deja Badajoz

por La Cigüeña de la Torre | 03 octubre, 2016

 

 

 

 

 

 

Continúa este goteo interminable que está haciendo desaparecer la vida religiosa masculina y femenina de España. Creo que los lectores de este Blog tienen ya cumplida constancia de esta trágica realidad pero también creo que si no fuera por él nadie se habría enterado de tan inmensa tragedia. Porque muchos habrán conocido que tales religiosas o religiosos abandonaban su pueblo o su ciudad pero sólo como noticia puntual y sin trascendencia global.

Si las Siervas del Santíssimo Manto abandonan San Serenín del Monte de Abajo se entera toda la localidad pero no pasan de mil personas, unas entristecidas por la marcha de sus monjitas de toda la vida y otras más o menos impactadas por la noticia, no pocas, nada. Si las Esclavas de María en su Tercer Dolor dejan Vitoria no se entera ni el diez por ciento de la ciudad. Que ni sabe de su existencia. Ambas serían noticia de escasa entidad y sin graves repercusiones eclesiales. Lo verdaderamente trágico es cuando abandonos semejantes se han dado ya en unos cuantos cientos de localidades y en número cada vez más abundante. Sin que se entere o se preocupe nadie. Sobre todo por ignorancia de la enorme magnitud del problema. Que por motivos que ignoro se pretende ocultar a los católicos. Sin novedad en el palacio, señora marquesa. Y las llamas están arrasando el edificio.

Claro que la cuestión es compleja  y de difícil arreglo. Tal vez ya imposible humanamente. No soy yo evidentemente quien tiene que proponer soluciones ni  tampoco el responsable de la situación. Ante sucesos verdaderamente angustiosos la Iglesia antes se ponía en rogativa a Dios. Pedid y recibiréis. La fuerza de la oración, y más si es colectiva, ha dado en muchas ocasiones resultado. Y mentaliza a los orantes de la magnitud del problema. Hoy, en cambio, parece que nadie se quiere enterar y además hay quien se irrita muchísimo si alguien lo pone de manifiesto. El vivan las cadenas de antaño se traduce ahora por viva el oscurantismo. Que nadie se entere de lo que pasa.

La Compañía de María, las monjas de la Enseñanza, tuvieron en España una importancia inmensa en la educación de las jóvenes desde que aquí se implantaron. Cientos de miles de jóvenes, millones seguramente, recibieron de ellas instrucción esmerada, educación solidísima, criterios morales, piedad, amor a la Virgen, la Niña María ha estado muy en el alma de muchísimas mujeres españolas… Yo las conocí en mi Vigo natal y ellas, junto con las religiosas de San José de Cluny, fueron las grandes educadoras de las jóvenes viguesas durante muchos años. Con excelentes resultados. Mère Imelda, la Madre Figueroa, fueron instituciones en la ciudad. Sabias y santas. Su huella fue imborrable. Eclesial y humanamente imborrable.

Hoy la Compañía de María parece dejada de la mano de Dios. En 1973 eran 3.120 y aunque carezco de datos es seguro que ya habían disminuido respecto a las que eran diez años antes. El 1 de enero de 2015 ya sólo quedaban 1.397. En un par de años ya serán menos de mil. Y muy envejecidas. No hay más que ver la fotografía de las que se van de Badajoz.

http://www.meridabadajoz.net/la-compania-maria-se-despide-badajoz/

Estoy convencido de que su situación más que una muerte natural se trata de un suicidio. Eligieron un camino que les ha llevado a eso. Una parte mínima de la Compañía se resistió a la deriva impuesta y aquella pequeña flor que no pocos creyeron sin el menor futuro es hoy un vergel en Talavera.

Tampoco quiero cargar las tintas sobre las monjas hoy agonizantes. Otros las convencieron y las engañaron. Con los resultados que están a la vista. Muchísimas religiosas aceptaron, de mayor o menor grado, lo que les propusieron creyendo en la primavera anunciada que se ha convertido en crudísimo invierno. Que parece irreconducible dada la edad de la mayoría de las religiosas. Pero esa benevolencia que extiendo a muchísimas no me cabe con las superioras. Entiendo que al principio no se dieran cuenta del triste final al que estaban abocadas pero tanto descalabro sucesivo y sin el menor atisbo de recuperación las hace muy responsables de lo que hoy han conseguido. Campos de soledad, mustio collado.

Esto es una sucesión múltiple de fracasos y tragedias. Tiene que ser enorme el sentimiento de fracaso de buenísimas mujeres que entregaron a Cristo y a los hermanos sus vidas y que ahora, en su ancianidad, van abandonando sus casas y sus obras porque se mueren. Sin remedio. Es muy triste la situación de los ancianos que por la edad tienen que abandonar la casa de sus ilusiones y de su vida porque ya no pueden vivir en ella. Camino de una residencia o en el mejor de los casos a la vivienda de un hijo. Donde tal vez sean acogidos con muchísimo cariño pero que no es «su» casa. Pues, más o menos.