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¿Comienza Omella a decepcionar a quienes le recibieron bajo palio esperanzado?

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El último artículo de Germinans parece acreditarlo.

http://germinansgerminabit.blogspot.com.es/2016/11/la-simpatia-pasiva-de-omella.html

Creo que es bastante descriptivo lo de la simpatía pasiva. No puedo personalmente dar testimonio de ella porque jamás intercambié una palabra con tan simpático obispo. Pero muchos dicen que la posee y no tengo motivos para negarlo. Me parecen muy bien los obispos simpáticos, bastante cruz tenemos con los que además son antipáticos, pero sólo eso, la simpatía, no basta para regir bien una diócesis. Y a Omella, en el gobierno, tras un año de enterarse de lo que hay, parece que poco más ha acreditado que la simpatía.

Los impresentables ahí siguen, en su totalidad, y los marginados, salvo algún gestito, también. Y eso no resuelva nada o casi nada. En esta semana hemos leído dos artículos de Germinans al respecto. El de Oriolt,

http://germinansgerminabit.blogspot.com.es/2016/11/13tv-en-una-parroquia-germinante.html

bastante positivo y el de   Quico M.  bastante negativo. Seguramente los dos tienen razón, o buena parte de ella. No tengo que confesar que para mí lo de Oriolt va a misa y lo del otro iuris tantum. Aunque reconociéndole que motivos tiene para decir lo que dice.

Omella cumple 71 años el próximo 21 de abril. No le quedan muchos años para seguir esperando. Cuatro más la prórroga. Pues algo más que sonrisas y amabilidades tendrá que hacer si quiere dejar alguna huella de su paso por Barcelona.  Aunque los acostumbrados a recibir patadas permanentes en los cataplines lo vean como un muy notable alivio. Pero lo bueno, siéndolo en parte, no es dejar de recibir patadas sino que se requiere algo más. O bastante más.

Con Omella uno sigue expectante. Y mas bien inclinado a la benevolencia dado el muerto que le encomendaron. No era de mis obispos maravillosos pero creo que hace mucho tiempo que le trato con respeto y reconocimiento a lo bueno que hace. Modestito pero bien. Pero es que también eran modestas las diócesis que le encomendaron. En las que no lo hizo mal pero sin alharacas. Barcelona es distinta, Muy distinta. Y por primera vez se halla ante un reto mayúsculo y dificilísimo. ¿Lo sabrá enfrentar en los años que le quedan, muy pocos? Pues Dios dirá. Y es posible que si Dios me da vida, esta cigüeña también. Nunca he sido partidario de arqueologías episcopales y preepiscopales.  Aunque ahí estén. Para bien o para mal. Recibo al arzobispo de Barcelona desde una actitud positiva y pidiendo a Dios que le acompañe en su tarea pastoral. Pero ya lo que haga es cosa suya.

Comentarios
13 comentarios en “¿Comienza Omella a decepcionar a quienes le recibieron bajo palio esperanzado?
  1. Señor contradictor. Veo que el sentido común no es tu fuerte. ¿ Está acaso reñida la ortodoxia con la ortopráxis ? La ortodoxia lleva a calificar de nocivas esas conductas que señalas y a corregirlas. La heterodoxia las da por buenas y las fomenta, como les ha pasado a los protestantes, que ya admiten hasta obispas lésbicas, reiteradamente abrazadas por Bergoglio, y sus iglesias se vacían a un ritmo mayor todavía que las nuestras, que se despueblan en la medida en que se protestantizan. Un cordial saludo.

  2. Juanjo no me jo…, ay, perdon, D. Juan José es pura fachada. Ya perdonaran por lo primero pero es que en Zaragoza acostumbramos a llamarlo así.

  3. Parece que este obispo aragonés muestra el síndrome propio de los obispos valencianos que hay en Cataluña…

    Lo que más me alegró de su nombramiento como Arzobispo de Barcelona fue le cerraba el paso a Vives. Por lo demás, sentí un escaso entusiasmo.

  4. Un servidor no lo «recibió» bajo nada. En Cataluña hay que ser martir para desempeñar la misión evangélica. Y de momento sólo hay un cura así ¿la señal?… desde hace tiempo ya está señalado como el «cura nazi». El resto o está directamente con los nazionalistas o se desvive en pasar como sombras por la sociedad putrefacta en la que ha caido la sociedad catalana.

  5. Pues, sí lo malo y lo bueno para España, primero entra por Cataluña y luego se desparrama por el resto. Así que si Cataluña se pone atea, España lo será pronto por desgracia y si la Virgen no lo remedia, que sí puede.

  6. Barcelona no tiene solución. Punto. Es la línea de frontera, totalmente permeable, con el apabullante secularismo germinado en Europa, más el añadido de una reacción anti-eclesial muy profunda como resultado de la identificación de la Iglesia española con ideas políticas centralistas que en Cataluña tienen muy escaso predicamento. Es ya una diócesis atea. Está perdida y sirve para anunciar lo que viene en el resto del país.

  7. Para mí es un buen signo el que haya sido olvidado en el consistorio de nuevos cardenales. Desde Pablo VI el arzobispo de Madrid iba en la misma promoción cardenalicia que el de Barcelona. Al margen de que aún no acabe de responder a las expectativas, Omella es muy independiente y no creo que considere su ministerio como el ser turiferario de las ocurrencias de Bergoglio.

  8. Sí, Echenique, ya sabemos que vuestro modelo de obispo es el de Albenga Imperia, que iba de supertradicional y superortodoxo, pero que no le importaba llenar su diócesis de curas ladrones, pedófilos, fornicadores y maric*o*nes (alguno incluso posó semidesnudo para páginas de porno gay) con tal de que dijeran la misa tradicional.

  9. El bergoglianismo comodón va sembrando por todas partes maneras » pastorales » complacientes con el error y la ambigüedad y displicentes con la rigidez y los doctores de la letra, como se nos llama a quienes los amores de Leticia nos parecen como tirando a falsos, más bien.

  10. Omella es la persona ideal para un anuncio de dentífrico.Y nada más: pura fachada de cartón piedra, como las de las películas antiguas.Relevará a algunos altos cargos por la simple razón biológica de que se morirán, pues están a punto de volverse fósiles antediluvianos.Eso es todo.Se irá de Barcelona sonriendo, abrazando, besando y haciéndose fotos hasta con el lucero del alba, justo como llegó, y con un capelo cardenalicio nuevo.Y luego «fuese y no hubo nada», como dijo Cervantes.

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