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Una vida con sentido

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Hace un par de semanas tuve el privilegio de participar en el congreso titulado “Una vida con sentido”. Era un congreso sobre futuro y opciones de vida. A lo largo de tres días participamos 31 ponentes ante más de 800 personas.

Entre los ponentes participaron dos jóvenes (a mi edad, a las personas de 27 y de 31 años se les considera todavía jóvenes) con sendas historias de éxito.

Del primero tienen una muestra de su obra en el encabezado de este post. Se llama Carlos Landeta. Contó su historia, cuajada de esfuerzo, algunos reveses y éxito. Atravesando una crisis personal, como tantos adolescentes, dejó el colegio tras acabar secundaria, ni siquiera se matriculó en preparatoria (equivalente en México al Bachillerato español). Tuvo algún que otro trabajo en el que exigían bajo nivel de formación y consecuentemente de baja remuneración: ayuda de cocina, camarero, etc. Recibió formación como masajista, a lo cual se dedicó algunos meses, hasta que hace tres años, a regañadientes y en principio sin mucho interés, la pintura irrumpió en su vida. Vean el resultado.

Su mensaje fue claro: “La vida puede ser difícil, pero siempre merece la pena”.

El segundo, Tim Harris, es un joven que desde los 14 años decidió dedicarse al mundo de la restauración. Trabajó en varios cafés y restaurantes para adquirir la base necesaria hasta que con 24 años abrió su restaurante, “Tim’s place”. Con él obtuvo tal éxito que logró ser entrevistado por la mayoría, sino todas las grandes cadenas de televisión en Estados Unidos. Su perfil en Facebook ha recibido “me gusta” desde 110 países distintos. El año pasado decidió cerrar el restaurante y dedicarse a dar conferencias sobre motivación por el mundo. Su filosofía empresarial (y vital) tiene siete puntos:

  • Ama a la gente.

Puede sonar cursi, pero después de pensarlo mucho, es evidente que tiene todo el sentido. La inmensa mayoría de los trabajos implican dar servicio a los demás – seas dependiente, arquitecto, taxista, albañil o juez, o lo que sea – tienes que servir a los demás. Si tienes amor por las personas, te resultará mucho más fácil hacerlo bien y por tanto el éxito será más accesible.

  • Trabaja duro.

¿Evidente verdad? Pues hoy en día no estoy tan seguro. Demasiados buscan el éxito fácil y con poco trabajo. ¿Exagero? Enciendan la televisión o miren al congreso de los diputados, verán como no exagero.

  • Cree en ti mismo.

Sé que es mucho más fácil decirlo que hacerlo, pero sin esta premisa poner un pie en el suelo al despertarse puede ser un acto entre aterrorizante y heroico.

  • Cree en los demás

¡Cree en los demás! Asombroso. Según Tim Harris el éxito no solo depende de tu auto-confianza – eso lo han dicho muchos – también depende que confíes en los que están a tu alrededor.

  • Se feliz ¡y demuéstralo! – sonríe más.

Sin palabras.

  • Utiliza tu súper poder.

En este punto pensé que iba a hablar de algo así como la guerra de las galaxias, pero en realidad su propuesta es mucho más terrenal: todo el mundo tiene alguna habilidad o capacidad en la que puede destacar, lo importante es descubrirla, cultivarla y ponerla en marcha y,

  • NO te quejes de la oscuridad. Se la luz.

Les aseguro que para alguien tan quejica como yo, este último punto resultó ser entre una bofetada de atención y una puerta a la esperanza. Hasta ahora creo que siempre que me he quejado había alguien dispuesto a acoger mi lamento. Esta idea me doblegó por completo.

Estas son solo dos muestras de lo que un congreso sobre futuro y opciones de vida puede aportar.

Supongo que si han llegado hasta aquí ya saben o han deducido que tanto Carlos Landeta como Tim Harris tienen trisomía 21 (síndrome de Down).

Hay gente que considera asombroso que personas con síndrome de Down sean capaces de semejantes logros – también se consideraba asombroso hace menos de 100 años que las mujeres accedieran a la universidad – ambos asombros tienen un mismo origen: los prejuicios.

A mi lo que me resulta asombroso es que todavía haya personas que crean, defiendan y aboguen por que personas como Tim Harris o Carlos Landeta no lleguen a nacer.

Me resulta vomitivamente asombroso que en Dinamarca se exhiba con orgullo la posibilidad de que para el año 2030 ya no haya ningún ciudadano danés con síndrome de Down.

Es evidente que los defensores del aborto no conocen ni a Tim Harris ni a Carlos Landeta. Probablemente ignoran que si son personas “estándar” su código genético tiene alrededor de 50 mutaciones.

Lo más probable es que los defensores del aborto no conozcan a nadie con síndrome de Down, o quizás con ninguna otra de esas condiciones que “nosotros”, los “genéticamente correctos” hemos decidido denominar “discapacidad”.

Lo que es seguro es que los defensores del aborto no cumplen, ni si quiera, con el primer punto de la filosofía de Tim.

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