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Poblet: reconstruyendo vidas

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IMG_5142 (2) Aunque el monasterio de Poblet no atrae a tantos peregrinos como Montserrat, es un centro clave en la Historia de España y en la de Cataluña. Y en la de Europa. Fue panteón real de la corona de Aragón desde el siglo XIV. Tras un abandono en la desamortización de Mendizabal, volvió a abrirse en el año 1940. Los monjes son cistercienses de la regla de San Benito, el origen del tejido cristiano en Europa. Hoy está declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.   No hay mucha afluencia de visitantes, especialmente si no es verano o fin de semana; incluso es corriente estar sólo en el templo. Pero cada día, durante el curso escolar, llega en autobús un grupo de jóvenes, con edades entre los 16 y los 20 años. Proceden del entorno del monasterio: pueblos de la provincia de Tarragona solitarios, con un índice de paro que duplica la media de España y deja desolación en la población. También fracaso escolar, y con el fracaso, drogodependencias y situaciones de marginalidad. Precisamente una salida, una alternativa a la ESO, es lo que atrae a este grupo de 12 ó 15 alumnos y alumnas al año. Vienen a formarse, desde cero, en Hostelería. Los monjes aportan las aulas, la cocina, el huerto artesano. Así, partiendo de cero, los que llegaron sin nada empezaban a trabajar en los mejores fogones de España. Y rehacen sus vidas con responsabilidad de adulto. Es el cobijo de Poblet y el trabajo abnegado, sin precio, de un par de educadores que alternan sus sesiones con colegios de Cataluña, coordinados por Lluis Seguí, director del Liceo Politécnico de Rubí, un referente educativo en Cataluña. Ver esta vida real, cobijada en un monasterio, nos dice que es el momento de volver a empezar. La fe en Europa se hizo realidad a través del cobijo cultural, educativo y colaborativo de los monjes. Hoy he podido conocer algunas de estas vidas de jóvenes de la comarca “recompuestas”. Impresiona verlos con una mirada decidida y con ilusión donde antes todo era nublado para ellos, algunos hijos de inmigrantes chinos, rumanos, marroquí… Impresiona ver cómo la fe reconstruye vidas cuando es vivida, como lo es en esta iniciativa reunida en Poblet, viva.  

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