PUBLICIDAD

Sobre la limosna

|

avaro Ayer asistí a la Pascua de Resurrección con unos buenos amigos en una Iglesia que no conocía. La misa fue curiosa. Mezcla de estilo neocatecumenal, teología de la liberación, misa africana y misa de campamento de verano organizada por la parroquia del barrio. Pero al caso. Uno de los Mandamientos de la Iglesia es asistirla en sus necesidades. Y aunque no fuese mandamiento, es algo que todo católico debería de hacer por amor a ella, caridad, coherencia y sentido común. Pues me puse a pensar en lo que se habían gastado en nosotros. Cada velita de pascua calculo que valdría unos 40 céntimos; más el ágape al que nos invitaron, pongamos tirando a lo bajo que se quedó en 2€ por persona; más el consumo de luz; más los folios que repartieron para el seguimiento de la misa y de los cánticos; más el servicio desinteresado pero impagable de la música durante la celebración y su preparación (bastante, contando con que la misa duró cerca de tres horas), etc. Si a mi me invitaran a una boda, qué mínimo que llevar un regalo equivalente o superior al precio del cubierto. Si me invitan a una comida, al menos traer pasteles o una botella de vino. En una misa como esta, calculo que lo propio sería que cada feligrés diese un mínimo de tres euros. Eso sólo para cubrir los gastos de los que hemos disfrutado. O sea, generosidad ninguna, sino simplemente educación y honradez: lo comido por lo servido. A partir de ahí, si queremos aportar algo, sumemos más monedas. Esta reflexión es una invitación a que aportemos más a la Iglesia. Muchas veces no echamos al cesto ni lo que ellos se han gastado en nosotros. Y mientras tanto, las parroquias cayéndose a trozos, y Cáritas sin dar abasto.

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *